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LA IZQUIERDA COPIA ESTRATEGIAS EN COLOMBIA Y ESPAÑA

El socialismo avanza protestas en las calles si es derrotado en las elecciones

El presidente de Colombia, Gustavo Petro. Reuters

Que la violencia es la partera de la historia que quieren escribir los socialistas escrito está desde siempre. Pero hay que recordar de vez en cuando el plan que se tiene siempre en el maletín ejecutivo de las dirigencias de la izquierda, porque al parecer se les termina creyendo los buenos modales que adquieren cuando están en el poder o cuando están muy cerca de alcanzarlo y las estrategias electorales recomiendan prudencia.

Dos astillas del mismo palo

En el diario Granma español conocido como “El País”, se le hizo una entrevista a la hija de Petro. Una entrevista de una pobrecita muchachita que solo quiere que su papá sea presidente. No hubo ni una sola mención al pasado terrorista de su padre, ni a los secuestros que organizaba la organización M-19 a la cual perteneció. Solo preguntas de algún reportero de farándula que muy bien podría entrevistar mejor a Shakira, si es que acaso moría de ganas por entrevistar a una colombiana radicada en Europa.

Porque he ahí el otro tema. Sofía Petro está radicada en Francia, donde estudia Ciencias Políticas, allá bien lejos de las preocupaciones cotidianas del país que su papá quiere destruir desde el Palacio de Nariño. Presente en Colombia solo por la campaña, anuncia que después de las elecciones regresa a París, sin misa que valga claro está.

De cuidados modales al hablar, la niña muestra la buena educación que recibió. Siempre en colegios privados. Porque su papá, claro está, quiere educación pública para los demás, no para sus hijos. Socialismo de la puerta de su casa para afuera. Como Chávez, que hizo exactamente lo mismo y mandó a una de sus hijas menores precisamente a Francia a estudiar. Porque en Venezuela seguramente se sentía en peligro, como dice la niña Petro que se siente en Colombia. Insegura. Sin libertad. Imagínese.

Pero más allá de la biografía vital de la aspirante a primera hija de la república colombiana está el mensaje que dio obviamente ordenado por el comando de campaña de su papá. Textualmente: «Estamos descubriendo quién es verdaderamente el otro candidato, Rodolfo Hernández, y que no podemos dejar que sea presidente, porque creo a mi parecer si llegara a ser el caso podría generar un estallido social mucho peor que el del año pasado».

Varias puntualizaciones. La primera es clara: no podemos dejar que Rodolfo Hernández sea presidente. Eso ratifica que son ciertas las amenazas contra la vida del candidato y que las presiones judiciales para que tuerza su campaña y vaya a un debate y otros desaguisados forman parte de la estrategia de Petro. Destruir al candidato a toda costa, con los métodos que sean. Incluso su eliminación física.

Luego la amenaza clara: si pierde mi papá, habrá un estallido social. O mi papá o el caos. Y será igual que el año pasado, se atreve a remachar seguramente con el aprendizaje zurdo que en las universidades francesas son capaces de inculcar desde el 68.

Pero podría pensarse que hablamos de un relato de país bananero, de una república fallida sin perspectivas o de un cuento dentro el realismo mágico que el castrista confeso Gabriel García Márquez hizo popular. Que esas cosas solo pasan allá, en aquellas tierras perdidas por Fernando VII, en el antiguo virreinato de la Nueva Granada.

Pero mientras cualquiera puede creer que son cosas del otro lado del Atlántico, aparece otra niña socialista, en este caso Adriana Lastra. La vicesecretaria general del PSOE ha deslizado estas palabras en medio de la campaña en Andalucía: “Hay que ir a votar a Juan Espadas para no tener que salir el lunes como hace cuatro años, cuando se supo el resultado electoral y hubo una convulsión en Andalucía». Es decir, en la misma argumentación de la niña Petro: o gana el socialismo o habrá violencia. O votan al nuestro o estallido. O nos dan lo que queremos o no dejaremos gobernar a quien gane. O nosotros o el caos que, por supuesto, nosotros promoveremos».

El monopolio de la violencia política es socialista

Hay mucho de sinceridad en las palabras de las dos niñas socialistas, y eso quizás deberíamos hasta agradecerlo, a pesar de lo macabro. Que nos dejen claro que lo suyo es arrebatar o entorpecer cuando no les favorecen los votos. Y que confiesen por mampuesto que la violencia de calle la han promovido, dirigido y auspiciado desde sus movimientos, que además han intentado capitalizar dichas acciones violentas tildándolas de «reacciones populares antifascistas» o de «estallidos sociales».

Sofía Petro deja claro que son ellos quienes promovieron y auspiciaron la violencia que se vivió en Colombia el año pasado, con la agrupación terrorista «Primera Línea», cuyos desmanes se abatieron principalmente en ciudades como Bogotá y Cali. No hubo «estallido social». Hubo rebelión armada de calle organizada por su papá y por los grupos de la izquierda colombiana, guerrilla narcoterrorista y con la mano tenebrosa del chavismo detrás.

El socialismo (…) está dispuesto a seguir usando la violencia como la partera de esa historia que pretende escribir e inculcar en las aulas. Podrá disfrazarse, pero siempre será lo que es. En Bogotá o en Andalucía (España)

Solo así se entiende que la señorita se note tan bien informada de lo que depara el futuro. Es una especie de profecía autocumplida, donde nos anuncia que la violencia está ahí si no gana Petro, porque solo él puede evitarla. Porque es él el dueño de esa violencia. Porque además, la candidata a vicepresidenta Francia Márquez era una de las dirigentes de la «Primera Línea«. Y la señorita Petro indica en la entrevista de marras que ella fue una de quienes dijeron a su papá que Francia Márquez debía ser su fórmula en la candidatura, pues se lo había ganado en la calle. Imagínese. De la kale borroka caleña al Palacio de Nariño sin pasar por la cárcel que es donde debería estar por terrorista.

Lo que hace Lastra es otra fórmula de profecía autocumplida, pero también confesión. Oculta la dirigente del PSOE algo que debería avergonzarla, que es la decisión de la ciudadanía andaluza de sacar del poder al partido que estuvo durante 40 años forrándose con el dinero públicos en una interminable trama de negociados, corruptelas y fraudes.

Tiene que ocultar a toda costa las razones por las cuales la gente decidió que ya no más socialismo en Andalucía: porque era sinónimo de corrupción. Por eso, cuando entró VOX al Parlamento regional y se permitió además la llegada de Juanma Moreno a la presidencia de la Comunidad, la afrenta no era contra la izquierda ni una «avanzada fascista», como denunció el chavista Pablo Iglesias en aquel momento, sino que simplemente la consumación del mandato popular, harto de la corrupción socialista.

Pero ahí está. Si no gana el socialismo, habrá violencia, advierte la dirigente del partido corrupto y corruptor de las arcas de Andalucía. Es una amenaza clara, ni más queda decir. Pero además, es demostración fiel de que el socialismo, en cualquier orilla del Atlántico, está dispuesto a seguir usando la violencia como la partera de esa historia que pretende escribir, inculcar en las aulas y promover con su propaganda.

Podrá disfrazarse, pero siempre será lo que es. En Bogotá o en Andalucía (España).

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