Se habĆa dicho que la elección de Gustavo Petro como presidente de Colombia generarĆa unas consecuencias nefastas no solamente para ese paĆs, sino para toda la región. La presencia del exguerrillero en la Casa de NariƱo abrĆa las puertas a la creación de un poderoso bloque territorial integrado con la Venezuela gobernada dictatorialmente por Maduro, para asĆ dar cabida a cualquier cantidad de actividades criminales en el espacio conjunto de ambas naciones.
Sin embargo, la cosa ha ido mucho mĆ”s allĆ”: Petro, lejos de solamente querer establecer una alianza geopolĆtica con Maduro y su rĆ©gimen del mal, se ha dedicado activamente desde su llegada al palacio de Gobierno colombiano a cumplir las funciones propias de un canciller de la tiranĆa chavista. La jugada es clara: aplanar el terreno para que cobre cuerpo la plena asimilación del rĆ©gimen venezolano en la región, y probablemente en el mundo entero. Por muy criminal que este sea, por muy dictadura que sea.
AsĆ el lĆder izquierdista colombiano incluso ha sido reconocido por la Administración Biden en los Estados Unidos como un posible puente efectivo para que la Casa Blanca pueda eventualmente mejorar sus relaciones con Caracas, quebrantadas de manera definitiva cuando Donald Trump en 2019 decidió apoyar al lĆder opositor Juan Guaidó y la constitución de su gobierno interino, alternativo al chavista.
El desarrollo de los acontecimientos ha sido tan rĆ”pido que esta misma semana el presidente de Francia, Emmanuel Macron -uno de los principales apoyos internacionales que tuvo Guaidó en su dĆa, dicho sea de paso- posaba sonriente y distendido junto a Maduro en los recesos de un evento auspiciado por la Organización de Naciones Unidas (ONU) para debatir sobre el cambio climĆ”tico en Egipto.
El principal tema de conversación ha sido, supuestamente, el de la cacareada y repetida hasta el cansancio reanudación de la mesa de diĆ”logos y negociación que la oposición electoralista venezolana sostiene con Maduro en MĆ©xico, a efectos de la realización de unos tales comicios presidenciales en 2024. Huelga decir que en ellos, para variar, el chavismo tiene todas las de āganarā.
Y es que esto no salió de la nada. El tema fue asomado probablemente por el propio Petro, quien el jueves tambiĆ©n apareció en la cumbre para entrevistarse con Macron. La prensa internacional ha dado cuenta del encuentro, afirmando que uno de los principales temas allĆ tratados fue justamente el de Venezuela y la ānegociaciónā chavismo-oposición.
El presidente colombiano se ha agenciado asĆ un papel en la lĆnea que en su momento ha desempeƱado un personaje como JosĆ© Luis RodrĆguez Zapatero. Aunque Zapatero ha sido un efectivo cabildero chavista, brillante a la hora de crear componendas internacionales para legitimar los ādiĆ”logosā y las āeleccionesā que de tanto en tanto se saca de la chistera Maduro, Petro le supera porque es un presidente en ejercicio que ademĆ”s es jefe de Estado del paĆs que por vecindad geogrĆ”fica y por razones históricas tiene mĆ”s vĆnculos comunes con Venezuela.
Sobrevienen aquà las preguntas: ¿Por qué se muestra tan dispuesto el mandatario colombiano a jugar este rol?
Aunque un analista desprevenido podrĆa aludir razones meramente ideológicas, dado que Petro y Maduro vienen de esa gran familia del crimen internacional izquierdista que es el Foro de Sao Paulo, la cosa parece ir mucho mĆ”s allĆ” del campo de la vecindad de las ideas.
En el campo de lo prĆ”ctico Maduro tiene grandes posibilidades de ayudar a Petro en su proceso de āpaz totalā, sobre todo con los terroristas del EjĆ©rcito de Liberación Nacional (ELN), que han convertido al territorio venezolano en su segundo hogar, importando hacia distintas zonas del paĆs sus actividades delictivas. No se puede olvidar que justo en este momento Caracas y La Habana estĆ”n jugando un rol clave en la ficción del abandono de las armas que el grupo guerrillero estĆ” adelantando.
Al presidente colombiano le interesa cobijarse con la misma épica falsa que construyó en 2016 Juan Manuel Santos durante el proceso de pacificación de las Fuerzas Armadas Revolucionaras de Colombia (FARC), y que eventualmente incluso hizo Santos acreedor del premio Nobel de la paz. Seis años después, los resultados de aquella operación son conocidos por todo el mundo; probablemente lo que se estÔ haciendo con el ELN terminarÔ igual que esa chapuza.
De ese modo, hay que dejar en claro que la relación Petro-Maduro estĆ” orientada en gran medida por los intereses que persiguen cada uno de los actores en este momento: mientras que para el reciĆ©n estrenado mandatario de Colombia Maduro es el gran valedor que lo podrĆa ayudar a āresolverā el conflicto armado (y ascender con ello al Olimpo de la opinión pĆŗblica internacional), para el tirano venezolano la auctoritas de Petro (que se ha convertido en una suerte de vedette de la prensa izquierdista del mundo) es el mejor instrumento a la mano para encabezar su operación de Ā«normalizaciónĀ» y blanqueo internacional. Ganar-ganar.