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JUEGA UN ROL SUPERIOR AL DE ZAPATERO

Petro se convierte en el canciller de Maduro: lidera el blanqueo al chavismo en el mundo

Gustavo Petro y Nicolás Maduro. Europa Press

Se había dicho que la elección de Gustavo Petro como presidente de Colombia generaría unas consecuencias nefastas no solamente para ese país, sino para toda la región. La presencia del exguerrillero en la Casa de Nariño abría las puertas a la creación de un poderoso bloque territorial integrado con la Venezuela gobernada dictatorialmente por Maduro, para así dar cabida a cualquier cantidad de actividades criminales en el espacio conjunto de ambas naciones.

Sin embargo, la cosa ha ido mucho más allá: Petro, lejos de solamente querer establecer una alianza geopolítica con Maduro y su régimen del mal, se ha dedicado activamente desde su llegada al palacio de Gobierno colombiano a cumplir las funciones propias de un canciller de la tiranía chavista. La jugada es clara: aplanar el terreno para que cobre cuerpo la plena asimilación del régimen venezolano en la región, y probablemente en el mundo entero. Por muy criminal que este sea, por muy dictadura que sea.

Así el líder izquierdista colombiano incluso ha sido reconocido por la Administración Biden en los Estados Unidos como un posible puente efectivo para que la Casa Blanca pueda eventualmente mejorar sus relaciones con Caracas, quebrantadas de manera definitiva cuando Donald Trump en 2019 decidió apoyar al líder opositor Juan Guaidó y la constitución de su gobierno interino, alternativo al chavista.

El desarrollo de los acontecimientos ha sido tan rápido que esta misma semana el presidente de Francia, Emmanuel Macron -uno de los principales apoyos internacionales que tuvo Guaidó en su día, dicho sea de paso- posaba sonriente y distendido junto a Maduro en los recesos de un evento auspiciado por la Organización de Naciones Unidas (ONU) para debatir sobre el cambio climático en Egipto.

El principal tema de conversación ha sido, supuestamente, el de la cacareada y repetida hasta el cansancio reanudación de la mesa de diálogos y negociación que la oposición electoralista venezolana sostiene con Maduro en México, a efectos de la realización de unos tales comicios presidenciales en 2024. Huelga decir que en ellos, para variar, el chavismo tiene todas las de “ganar”.

Y es que esto no salió de la nada. El tema fue asomado probablemente por el propio Petro, quien el jueves también apareció en la cumbre para entrevistarse con Macron. La prensa internacional ha dado cuenta del encuentro, afirmando que uno de los principales temas allí tratados fue justamente el de Venezuela y la “negociación” chavismo-oposición.

El presidente colombiano se ha agenciado así un papel en la línea que en su momento ha desempeñado un personaje como José Luis Rodríguez Zapatero. Aunque Zapatero ha sido un efectivo cabildero chavista, brillante a la hora de crear componendas internacionales para legitimar los “diálogos” y las “elecciones” que de tanto en tanto se saca de la chistera Maduro, Petro le supera porque es un presidente en ejercicio que además es jefe de Estado del país que por vecindad geográfica y por razones históricas tiene más vínculos comunes con Venezuela.     

Sobrevienen aquí las preguntas: ¿Por qué se muestra tan dispuesto el mandatario colombiano a jugar este rol?

Aunque un analista desprevenido podría aludir razones meramente ideológicas, dado que Petro y Maduro vienen de esa gran familia del crimen internacional izquierdista que es el Foro de Sao Paulo, la cosa parece ir mucho más allá del campo de la vecindad de las ideas.

En el campo de lo práctico Maduro tiene grandes posibilidades de ayudar a Petro en su proceso de “paz total”, sobre todo con los terroristas del Ejército de Liberación Nacional (ELN), que han convertido al territorio venezolano en su segundo hogar, importando hacia distintas zonas del país sus actividades delictivas. No se puede olvidar que justo en este momento Caracas y La Habana están jugando un rol clave en la ficción del abandono de las armas que el grupo guerrillero está adelantando.

Al presidente colombiano le interesa cobijarse con la misma épica falsa que construyó en 2016 Juan Manuel Santos durante el proceso de pacificación de las Fuerzas Armadas Revolucionaras de Colombia (FARC), y que eventualmente incluso hizo Santos acreedor del premio Nobel de la paz. Seis años después, los resultados de aquella operación son conocidos por todo el mundo; probablemente lo que se está haciendo con el ELN terminará igual que esa chapuza.

De ese modo, hay que dejar en claro que la relación Petro-Maduro está orientada en gran medida por los intereses que persiguen cada uno de los actores en este momento: mientras que para el recién estrenado mandatario de Colombia Maduro es el gran valedor que lo podría ayudar a “resolver” el conflicto armado (y ascender con ello al Olimpo de la opinión pública internacional), para el tirano venezolano la auctoritas de Petro (que se ha convertido en una suerte de vedette de la prensa izquierdista del mundo) es el mejor instrumento a la mano para encabezar su operación de «normalización» y blanqueo internacional. Ganar-ganar.

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