«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
La Gaceta de la Iberosfera
Buscar
Cerrar este cuadro de búsqueda.
QUIERE HACER DEL PAÍS 'EL MÁS LIBRE DEL MUNDO'

El nuevo líder del Partido Conservador canadiense promete hacer frente al globalismo

Pierre Poilievre, nuevo líder de los conservadores canadienses. Reuters

Como en tantos países occidentales, el régimen canadiense es, desde que alcanza la memoria de los más ancianos, un bipartismo encubierto, con un Partido Liberal (el de Trudeau) que avanza la revolución y un Partido Conservador que hace eso, conservarla. Es una vieja historia que todos conocemos bien.

Pero esa historia podría estar a punto de cambiar, porque los conservadores han elegido como líder a Pierre Poilievre, un auténtico «populista», un hombre que el Toronto Star ha definido en titulares «el político más peligroso de Canadá». Eso, viniendo de la prensa del sistema, siempre es un piropo.

Porque, entiéndase, no estamos hablando de un partido nuevo que inicia su tortuosa escalada hacia el poder mientras todo el arco parlamentario (prensa incluida) extiende a su alrededor ese cáncer de la democracia que es un cordón sanitario, no: estamos hablando del «otro» partido, al que le toca llegar al poder en esta o en la siguiente elección, un partido del sistema.

Y no es que haya llegado al liderazgo conservador arañando votos en las primarias, sino que ha arrasado con un 68 por ciento. Y de lo primero que ha dicho es que prohibirá «a todos mis ministros tener cualquier vinculación con el Foro Económico Mundial». Y eso, francamente, suena muy bien.

Poilievre se ha hecho culpable de casi todas las herejías posibles contra el pensamiento único. Por ejemplo, ha defendido a los camioneros del Convoy de la Libertad, ¿se acuerdan de ellos? No se puede caer más bajo a los ojos del sistema. Y, para acabar de dejarnos tranquilos, los medios ya le han motejado de «extremista» y «ultraderecha».

La victoria de Poilievre es la señal de que hay muchos canadienses muy hartos de los sermones paternalistas del primer ministro Justin Trudeau y los suyos, de celebrar a toda hora diversidades sexuales varias y de empobrecerse voluntariamente con la excusa de un Cambio Climático que no acaba de llegar, etc.

Y eso es lo que convierte a Poilievre en un peligroso ultraderechista, que es medianamente sensato. Es «populista» en el sentido de entender y respetar lo que viven y creen los canadienses normales, del montón. Y eso explica su espectacular triunfo. El objetivo declarado de Poilievre es hacer de Canadá el país «más libre» del mundo y «devolver a los canadienses el control de sus vidas». Su mensaje es que los «guardianes de la ortodoxia» están negando a los canadienses la prosperidad, la libertad y la seguridad que deberían tener.

Se sumó a la protesta del «Convoy de la Libertad» y se opone a los mandatos de vacunación y a la obligatoriedad de las mascarillas. Derogaría el impuesto al carbono y la normativa sobre combustibles limpios, y cambiaría las regulaciones federales para facilitar la aprobación de proyectos y oleoductos de petróleo y gas.

Revertiría los intentos del Gobierno liberal de regular las principales plataformas de Internet, lo que, según él, es similar a la censura. Quitaría los fondos a la CBC, la ultraideologizada televisión del régimen.

Ha prometido despedir al gobernador del Banco de Canadá: Poilievre culpa al gobernador por la alta inflación que afecta a los países de todo el mundo. Insiste en que una fuerte reducción del gasto público resolvería el problema de la inflación en Canadá.

¿Qué más se podría pedir?

+ en
.
Fondo newsletter