«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
La Gaceta de la Iberosfera
Buscar
Cerrar este cuadro de búsqueda.
la onu pretende la educación en valores progresistas

Los ODS no acabarán con la ignorancia: la Agenda 2030 contra la verdad (IV)

Alumnos en una clase de diseño. Europa Press.

En el mundo hay mucho analfabetismo. Esta es la premisa con la que las Naciones Unidas plantea el cuarto punto de su Agenda 2030 y sus Objetivos de Desarrollo Sostenible. Según la Agencia para el Desarrollo de la ONU, «alrededor de 260 millones de niños aún estaban fuera de la escuela en 2018, cerca de una quinta parte de la población mundial de ese grupo de edad». Acabar con la educación precaria, por tanto, es el cuarto de los 17 desafíos que la organización internacional se ha propuesto resolver. Indagar sobre ello se ha vuelto urgente, ya que en España tenemos un Ministerio de Asuntos Sociales y Agenda 2030, capitaneado por Ione Belarra.

El organismo de la ONU, en primer lugar, explica en su cuarto ODS la influencia de la pandemia en las tasas de analfabetismo: «Nunca antes habían estado tantos niños fuera de la escuela al mismo tiempo, lo que altera su aprendizaje y cambia drásticamente sus vidas, especialmente las de los niños más vulnerables y marginados». Nunca antes en los miles de millones de años que ha existido el ser humano la tasa de escolarización había sido tan alta. Ja. Sin embargo, es loable este intento de la Agenda 2030 por acabar con la ignorancia.

Para lograr este objetivo, el cuarto ODS habla de la importancia de «la financiación de la educación», que «debe convertirse en una prioridad nacional». Algunas medidas concretas para lograrlo son «la gratuidad y obligatoriedad de la enseñanza». Unas medidas que van en la línea de lo propuesto por los gobiernos liberales y conservadores. Y que la propia Agenda 2030 se ve obligada a reconocer: «Entre 2015 y 2021, la finalización de la educación primaria en todo el mundo aumentó del 85 % al 87 %, la finalización de la educación secundaria inferior del 74 % al 77 % y la finalización de la educación secundaria superior del 53% al 58%».

De hecho, el mismo documento de las Naciones Unidas reconoce que el empeño es en gran medida en balde, puesto que «la mayoría de las regiones del mundo tienen tasas de finalización de la educación primaria cercanas al 90 % o superiores, con la única excepción de África subsahariana». De nuevo el éxito de los gobiernos libres, capaces de promover la educación de calidad con independencia de las directrices de la Agenda 2030.

Y ustedes se preguntarán: ¿Dónde está la trampa? Más allá de otorgar a Ione Belarra la ejecución de políticas sobre el cumplimiento de este objetivo en España, ¿quién podría oponerse al fomento de la educación? La Agenda 2030, pese a todo, nos regala dos motivos: el primero, la concepción totalitaria de que la educación depende del Estado y de organismos supranacionales, como si un profesor pudiese sustituir a un padre, como si la educación en valores dependiese de la escuela y no del hogar; y el segundo motivo, la trampa de la digitalización, la trampa de asociar la educación de calidad a la educación digital y transformadora.

Precisamente sobre esta urgencia digital, el cuarto ODS denuncia que «los bajos niveles de competencias en tecnologías de la información y las comunicaciones (TIC) son un obstáculo importante para lograr una conectividad universal y significativa». Un obstáculo que se acentúa especialmente «a los pueblos indígenas». La trampa mayor, sin embargo, queda perfectamente aclarada en la séptima meta de este punto: «Asegurar que todos los alumnos adquieran los conocimientos teóricos y prácticos necesarios para promover el desarrollo sostenible, entre otras cosas mediante la educación para el desarrollo sostenible y los estilos de vida sostenibles, los derechos humanos, la igualdad de género, la promoción de una cultura de paz y no violencia, la ciudadanía mundial y la valoración de la diversidad cultural y la contribución de la cultura al desarrollo sostenible».

Una educación, por tanto, en los valores de la Agenda 2030. Una educación que no prioriza la historia, la literatura, las matemáticas o la biología, sino que pretende promover el adoctrinamiento en el reciclaje, la sostenibilidad, la ideología de género, el borrado de las fronteras, el indigenismo y el wokismo. Una educación que no es más que enseñanza contaminada por la «loable» preocupación de la ONU.

TEMAS |
+ en
.
Fondo newsletter