«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Aquel Cuyo Nombre No Pronunciamos

Un día más, ABC se desmarca de lo que para mis otras cabeceras es la noticia de primera, el pacto de gobierno en Andalucía a tres bandas. Siendo la más vieja de todas ellas, me cuesta sustraerme a la impresión de que se le va de vez en cuando la cabeza y olvida cosas. Titula: ‘Sánchez sigue ocultando las 21 demandas que le exigió Torra’. Y, como es lógico, nada impide que titule así mañana o en un semana, porque es de todo punto improbable que el presidente del gobierno deje de ocultar las exigencias del separatista de forma espontánea en un futuro previsible, salvo que decida hacerlo hoy para que todos las tomemos por inocentadas.

La foto, que coincide con la que abre El País, presenta a Sánchez visitando las tropas españolas en Mali. Apuesto diez a uno que una mayoría de españoles no sabría localizar Mali en un mapa mudo, y ahí está nuestro ejército, que de forma extraña depende de un ministerio que recibe el nombre de Defensa, aunque es dudoso que tengamos que defendernos de Mali. De hecho, el primer objetivo de nuestros soldados, como en el resto del planeta, es defender la integridad de España, que está mucho más amenazada por quien ahora les visita que por ningún habitantes del Sahel.

El País abre con una interpretación no por esperable menos manipuladora e histérica de lo de Andalucía: ‘El PP empuja a Cs a aceptar los votos de la extrema derecha’. Veamos lo que hay aquí. Lo primero, ese verbo, ‘empuja’, que sugiere una indebida violencia y que, naturalmente, tiene por protagonista al Partido Popular, demasiado tiempo ‘bestia negra’ de Prisa en una hostilidad histórica que ni las caricias y arrumacos de Soraya Sáenz de Santamaría lograron mitigar. El PP, malvado, empuja, y Cs, pelele, cede. Y el tercer partido en esta fórmula no tiene siquiera nombre, Aquel Cuyo Nombre No Pronunciamos, ni lo tendrá para El País mientras pueda evitarlo. No hay un partido legalmente inscrito con un nombre propio, Vox, que cumple estrictamente la Ley de Partidos y acata la Constitución que Torra denuncia cada día, no: es el coco, el Hombre del Saco, la ‘extrema derecha’, colocada al límite de ese extraño segmento de la política que tiene extremo por un lado y carece de él por el otro.

En El Mundo sí saben cómo se llaman todos los partidos del pacto andaluz: ‘Andalucía estrena la alianza entre PP, Ciudadanos y Vox’, sobre foto de Marta Bosquets (Cs) ascendiendo a la tribuna del Parlamento andaluz, que presidirá se acuerdo a lo pactado. La foto no tiene más interés que el de un rostro casi borroso que contempla el ascenso en segundo plano: Susana Díaz. Abajo, ‘Un recién jubilado cobra de media 32 euros más que un nuevo contratado’, un titular que ayuda bastante -aunque en absoluto del todo- a entender que la tasa de natalidad en España esté en mínimos históricos.

Esa cara que en El Mundo veíamos lejana y borrosa abre en primer plano La Razón, y se diría la de una madre viendo a su hija saliendo de casa hecha un adefesio. «Vía andaluza»: PP, Cs y Vox ensayan su primer pacto’. Dos palabras clave: «ensayan», como si la función real quedara aún lejana y esto fuera una preparación; y «primer», dando por supuesto que habrá otros.

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