«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
La Gaceta de la Iberosfera
Buscar
Cerrar este cuadro de búsqueda.
Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Desaforados

La democracia clásica, de la que nos quedan las instituciones como reliquias casi incomprensibles, parte de una concepción bastante sombría de la naturaleza humana, especialmente en su vertiente política, de ahí el aforamiento.

En teoría, no se trata de un privilegio para poner a las autoridades políticas por encima de la ley, sino un medio para que el ánimo de medro y la ambición y el sectarismo políticos no tentaran a presentar acusaciones frívolas o fabricadas para impedir la acción normal de gobierno o quitarse de encima a un rival.

Naturalmente, el sistema se presta a abusos y no cuenta con la mejor fama entre la plebe. Vistas, además, las alharacas que se hacen con respecto a la corrupción, que ha sido el pretexto de un cambio de gobierno surrealista, quizá conviniera revisar el asunto, al menos en lo que se refiere a delitos cometidos como consecuencia de la acción de gobierno.

Y llega Sánchez y propone exactamente lo contrario: abolir el aforamiento, salvo para delitos cometidos en el curso de la actividad política. Es decir, que la corrupción queda fuera.

Es el tema del día, aunque la abolición del aforamiento exija una reforma constitucional, algo que no suele proponer un partido con 84 escaños. Pero, mientras, se deja de hablar de la ridícula tesis del presidente.

La cosa la dan mis papeles con sesgo tan desigual que mientras El País abre titulando ‘Sánchez propone eliminar el aforamiento para delitos ajenos a la política’, algo que suena hasta digno, El Mundo opta por: ‘Sánchez idea una reforma de la Constitución para tapar su tesis doctoral’.

Observen que El Mundo está tan seguro de que estamos ante una cortina de humo que ni se molesta en aclarar en el titular de qué va la vaina, convencido de que podría haber usado el tema de los aforamientos como cualquier otro que le hubiera sugerido un avispado asesor.

Al lado, siguiendo en la primera de El Mundo, leo que «España es responsable de todos los contratiempos de Cataluña». El entrecomillado me tranquiliza: se trata de una frase literal que describe lo que transmiten los libros de texto en Cataluña desde hace décadas.

Esa es la enfermedad, y esa la razón por la que uno, incluso sin conocer absolutamente nada de España o Cataluña, puede sentenciar que estamos ante una peligrosísima ficción. Repito: aunque se tratara de una mítica Ruritania oprimiendo a su región Borduria, que gime por la libertad, de las que ignorara todo.

Es ficción a ciencia cierta porque nunca se ha dado ni puede darse que todos los contratiempos, las desdichas y las fallas de una persona o comunicad procedan de una única causa. Hay siempre muchas causas para nuestras desgracias, y no pocas proceden de nuestra propia acción; negarse a pensar que nada de lo malo que nos sucede es, al menos parcialmente, culpa nuestra es el summum del narcisismo.

Y es peligrosísima porque es la base de todo totalitarismo, y no hablo aquí (necesariamente) de dictaduras. El verdadero populismo consiste esencialmente en eso, en encontrar un enemigo fácilmente identificable -a ser posible, elusivo en las personas concretas- y achacarle todos nuestros males: los judíos, los varones, los musulmanes, los inmigrantes, la burguesía, el capitalismo… O España.

Ese camino lleva a la paranoia colectiva y, por supuesto, a la más amarga decepción si alguna vez desaparece el Enemigo y las cosas, como suelen, siguen saliendo mal con la frecuencia habitual.

ABC saca a Sánchez sobre fondo negro y la insinuación en verde de un ‘Avanzamos’, que parece ser el inane lema de este gobierno: ‘Sánchez huye hacia adelante’.

La Razón sale con una de sus fotos de boda, esta de un grupo de ‘peperos’ mezclados con plumas conocidas de la casa. Y titula por algo que dice Casado: «No vamos a morder el anzuelo de los aforamientos». No sé muy bien qué quiere decir, pero he leído pocas cosas que me importen menos.

TEMAS |
.
Fondo newsletter