«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Hombres, mujeres y Carmen Calvo

Da la sensación de que hay un interés por convertir a hombres y mujeres en enemigos o, cuando menos, en socios desconfiados y recelosos.

El sesgo más antiguo de la prensa es el que le lleva a dar a los pronunciamientos y medidas de los políticos una importancia desusada, como si lo que hiciera la clase gobernante fuera siempre o casi siempre lo más importante que sucede. Esto, que ha sido siempre un defecto, se vuelve hoy fatal a medida que la política cae de lleno en un mundo de fantasía, a mil leguas de la realidad comprobable.

Hoy hay que reconocer que es El País el que abre con la noticia más relevante: ‘El Gobierno propone que sea delito cualquier acto sexual sin un sí expreso’.

Ahora bien, hay muchas medidas ante las que el lector medio puede ser lego y no entender plenamente su alcance o sus circunstancias, noticias referentes a asuntos en los que el ciudadano puede no estar suficientemente versado o de las que ignora muchas circunstancias relevantes. Este no es el caso. En este caso, cualquier adulto entiende la locura. Todos sabemos que no es así como funcionan las cosas y todos sabemos que una reforma así nos hubiera puesto retroactivamente en un grave riesgo penal a lo largo de toda nuestra vida sexual; si hay un terreno especialmente apto para el ‘silencio administrativo’ es este.

Esto, naturalmente, obviando las dificultades insalvables de su aplicación concreta. ¿Cómo se prueba ese consentimiento? Si la mujer afirma que no hubo tal, ¿cómo puede probarlo? Si se invierte la carga de la prueba, acabaríamos con el principio de presunción de inocencia en un campo vital, más que casi cualquier otro; y si no se hace, estamos exactamente como estábamos y se trata de un brindis al sol.

Da la sensación, y no solo por este novedoso disparate de la vicepresidente, que hay un interés por convertir a hombres y mujeres en enemigos o, cuando menos, en socios desconfiados y recelosos. Pero si las razas y naciones pueden mantenerse separadas, si las clases sociales pueden mirarse con suspicacia y hostilidad, no sucede lo mismo con los sexos, salvo que deseemos destruir la sociedad.

Comparado con esto, la eventual independencia de Cataluña es un tema muy menor, casi insignificante. Mal que bien, España sobreviviría sin Cataluña, y Cataluña fuera de España. Pero este otro separatismo es el definitivo, porque ninguna sociedad puede sobrevivir a la separación de hombres y mujeres.

Por eso acierta hoy El País al destacarlo, y por eso resulta hoy especialmente patética La Razón dando de nuevo la brasa con el PP y sus locuras. Es la foto, Ana Pastor entre Casado y Santamaría, tan sonrientes. La sonrisa de Casado es ya espasmódica en la foto, como si sus asesores le hubieran convencido de que es el secreto de su eventual éxito y la hubiera convertido en una mueca siniestra. ‘Los apoyos más visibles de Cospedal se pasan a Casado’, es el titular de la noticia. Personalmente, hay pocos asuntos que puedan darme más pereza.

Pero no es esa la primera noticia, sino esta otra: ‘La Fiscalía revisará la prisión de los políticos catalanes’. ¿No les pasa que están ya deseando que termine todo, que Pedro acabe de pagar el ‘pizzo’ entero de una vez por todas y dejen de marearnos con este humillante goteo?

La foto de El Mundo va para los niños rescatados en Tailandia, una angustiosa historia con final feliz y con secuencias heroicas. De primera, otro enfrentamiento: ‘Empresas y banca se enfrentan a Sánchez por el hachazo fiscal’. Hachazo que, en el mundo real, acabaremos pagando los usuarios, porque eso de pedir ‘solidaridad’ a la banca vamos a dejarlo para el Club de la Comedia, algo casi tan fantasioso como imaginar que hombres y mujeres van a firmar formularios de consentimiento en sus relaciones.

Y ABC se desmarca. La portada nos trae un mapa de España en tela sobre el que un recosido de otro color representa Aragón: ‘El PSOE suma a Aragón a su deriva nacionalista’. Bueno, si hay un fenómeno obvio en este asunto es el del #MeToo autonómico, que no hay manera de hacer más nación a una comunidad sin que las demás quieran lo mismo. Este curso hemos asistido al intento asturiano de oficializar una lengua rural y ahora empieza a insinuarse el cántabro, pronto en todas las universidades.

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