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tras el tiroteo del supermercado en Nueva York

Cuando los demócratas celebraban la ‘Gran Sustitución’ poblacional que anunciaba el fin de los republicanos

Activista de Black Lives Matter. Reuters

Pues resulta que un perturbado en Buffalo, en el estado de Nueva York, se ha liado a tiros en un centro comercial frecuentado mayoritariamente por negros y ha matado a una decena de personas. No es que sea algo habitual, pero tampoco inaudito en Estados Unidos. El caso es que el asesino en cuestión había «escrito» presuntamente un manifiesto para justificar la masacre, en el que citaba la teoría de la Gran Sustitución, es decir, la idea de que las élites promueven activa y deliberadamente una política de inmigración masiva que cambie la demografía de la población por intereses de poder.

El manifiesto, de 180 páginas, se colgó en Internet y ahí estuvo hasta que alguien advirtió que una buena porción es un plagio, palabra por palabra, de un manifiesto anterior. Pero los demócratas, que tienen a la vuelta de la esquina unas elecciones de medio mandato que prometen ser una escabechina, se han agarrado como a clavo ardiendo a esa mención de la Gran Sustitución, asegurando que esta enloquecida teoría de la extrema derecha está envenenando a la ciudadanía y que debería censurarse o incluso encarcelar (palabra) por el bien común a todos los que, como la estrella de la Fox, Tucker Carlson, la defienden o difunden.

Solo que, al menos en Estados Unidos, la noción de que es una idea excelente sustituir la población actual del país por otra recién llegada de fuera de forma masiva se parece al Gran Reinicio o al Nuevo Orden Mundial en que solo es conspiranoia si la citan los soberanistas. Los progresistas, en cambio, pueden anunciarla a los cuatro vientos y congratularse por su astucia sin que a nadie se le ocurra denunciarles por propagar «fake news».

Veamos. En 2015, con motivo de una cumbre sobre radicalización, el ahora presidente Joe Biden declaró: “La gente como yo, caucásicos de origen europeo, estaremos en absoluta minoría en Estados Unidos en 2017. Minoría absoluta. Menos del 50% de la gente en América, a partir de ese momento y para siempre, será de origen europeo. No es algo malo, es la fuente de nuestra fuerza».

No es que fuera exactamente un secreto, pero Biden aparece ahí reconociendo el hecho (nada ‘teórico’) y alegrándose por él.

Pero no menciona ninguna ventaja para su partido, el demócrata, algo que sí había hecho años antes, en 1998, el consultor del Partido Demócrata Patrick Reddy cuando escribió: «La Ley de Reforma de la Inmigración de 1965, promovida por el presidente Kennedy, redactada por el Fiscal General Kennedy y presentada en el Senado por el senador Kennedy, ha tenido como consecuencia una oleada de inmigración desde el Tercer Mundo que debería hacer virar la nación en una dirección más progresista en el curso de una generación. Pasará a la historia como el mayor regalo de la familia Kennedy al Partido Demócrata». Oh, vaya.

Recuerda asimismo la columnista conservadora Ann Coulter que en 2002, los demócratas Ruy Teixeira y John Judis escribieron un informe titulado “La Emergente Mayoría Demócrata” en el que argumentaban que los cambios demográficos, principalmente motivados por la inmigración, ponían al Partido Demócrata en un camino seguro hacia una mayoría permanente.

Un año después, en el National Journal, Ron Brownstein escribió que los demócratas ya no necesitaban lo que siempre había sido su principal caladero de votos, la clase obrera blanca, recordando que Obama había perdido tres quintas partes de esos votos y sin embargo se había impuesto cómodamente con la coalición de las minorías.

En realidad, basta hacer una sencilla búsqueda entre los principales medios para leer decenas de artículos anunciando el fin definitivo de los republicanos, su derrota por los siglos de los siglos, gracias a la sustitución demográfica lograda con la promoción de la inmigración masiva. La «Gran Sustitución» es una realidad demográfica que comentan por igual demócratas y republicanos. La única diferencia es que cuando lo hacen los primeros, regocijándose de su buena fortuna, es mero comentario de actualidad, y cuando lo hace, digamos, Tucker Carlson, es una peligrosa «fake news» generadora de odio e incitación a los crímenes más horribles, y debe ser censurada.

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