«Ser es defenderse», RAMIRO DE MAEZTU
Irene Montero estuvo en la juramentación

Boric asume la presidencia de Chile en medio de gestos rupturistas y promoviendo la impunidad de las revueltas terroristas de 2019

Gabriel Boric durante la toma de posesión presidencial. Reuters
Gabriel Boric durante la toma de posesión presidencial. Reuters

Este viernes 11 de marzo, pasado el mediodĆ­a, el frenteamplista Gabriel Boric asumió como Presidente de Chile en el Salón de Honor del Congreso. Sin corbata, con una curiosa gestualidad facial, y levantando el puƱo izquierdo en numerosas veces, respondió al presidente del Senado que ā€œante el pueblo y los pueblos, sĆ­ prometoā€. Sin duda, este nuevo gobierno importa la consolidación y administración de los imaginariosĀ  de la revuelta que inició en 2011 y se asentó en la insurrección del 18 de octubre de 2019.

A las diez de la mañana aproximadamente, SebastiÔn Piñera se despidió de La Moneda, el palacio presidencial, ubicado en la ciudad de Santiago. Mientras se entonaba el himno nacional, radicales de izquierdas comenzaron a vociferar con megÔfonos que el ahora expresidente es un asesino, aludiendo a las supuestas violaciones de Derechos Humanos en el contexto del 18-O. Piñera cerró su mandato con 71% de desaprobación y 24% de aprobación, promediando en todo su periodo presidencial 29% de aprobación, la mÔs baja desde el retorno a la democracia plena en 1990, de acuerdo a las cifras de la encuestadora CADEM.

Con todo, PiƱera viajó al Congreso ubicado en ValparaĆ­so (a una hora y media de distancia), para hacer el traspaso de mando y entregar la banda presidencial a Gabriel Boric. El ahora nuevo presidente, con una extraƱa gestualidad facial (sonrisa forzada), sin corbata, y levantando el puƱo izquierdo (mientras abrĆ­a la palma, la cerraba y la volvĆ­a abrir) en numerosas veces, aceptó liderar el Ejecutivo hasta el aƱo 2026, ā€œprometiendoā€ en vez de jurar. Fue un cambio de mando completo de simbolismos y guiƱos ideológicos.

Luego, durante la ceremonia asumieron los nuevos ministros. Boric sostuvo que ā€œestoy profundamente orgulloso de este gabinete y que seamos mĆ”s mujeres que hombres gracias al movimiento feministaĀ». Los nuevos ministros, igualmente, asumieron en su mayorĆ­a sin corbata. AsĆ­, es posible constatar el sello informal, horizontal y rupturista que tendrĆ” este gobierno con algunas tradiciones republicanas.

En esta ceremonia estuvieron presente líderes mundiales, de los cuales, algunos, llaman la atención. Por ejemplo, Dilma Rousseff, quien terminó destituida de su cargo de presidenta de Brasil acusada de falta a la probidad y de estar vinculada al famoso caso Petrobras; la argentina Estela de Carlotto, en representación de las llamadas Madres de Mayo; el marxista Manuel Castells, sociólogo y ex ministro de Universidades de España y la ministra de la Igualdad de España, Irene Montero. Por su parte, el mandatario argentino, Alberto FernÔndez, sostuvo a los noticieros chilenos que ve favorable la figura de Boric, pues es un político que piensa en Latinoamérica, y eso les favorece.

Luego, Boric encabezó un almuerzo con sus invitados en Cerro Castillo, también ubicado en Valparaíso.

Si bien el frenteamplismo chileno transmitió moderación durante la ceremonia del cambio de mando, esto debe leerse con cautela, pues parece solo una puesta en escena en medio de otros gestos que contradicen dicha moderación, y que no pueden ser obviados de los anĆ”lisis semióticosĀ  a los que nos acostumbrarĆ” este nuevo gobierno. De hecho, previamente, las ministras de Interior (Izkia Siches) y de Justicia (Marcela RĆ­os) anunciaron un retiro inmediato de 139 querellas por Ley de Seguridad del Estado, de delitos del periodo del 18-O (conocidos como ā€œpresos polĆ­ticosā€). Afirmaron que esta medida fue ā€œuna promesa plasmada en el programa de Gobierno del Presidente electo Gabriel Boric, y busca que la Ley de Seguridad del Estado no sea utilizada para la persecución injusta y desproporcionadaĀ».

Esto generó un malestar generalizado, pues, quienes resultaran indultados estÔn imputados o condenados porque cometieron graves delitos y no por motivos políticos como sostienen. Porque si bien aquellos delitos pueden ser motivados por un odio ideológico (como quemar una Iglesia por odiar al cristianismo) las acciones son concretas: saqueos, incendios, porte de bombas incendiarias, un homicidio consumado y tres frustrados, por robo con intimidación o violencia, entre otros.

Ante esto, la bancada del Partido Republicano anunció que interpelarÔn a las ministras de Interior y Justicia, si se concreta el indulto a las 139 querellas. Para lograrlo, deben reunir 53 firmas, lo que no sería complicado pues, desde este 11 de marzo, el Congreso cuenta con 70 diputados de derechas.

Con todo, ya se puede observar hacia dónde irÔn los lineamientos del gobierno entrante de Boric.

Por un lado, se verĆ” nuevamente la validación de la violencia como acción polĆ­tica. Esto no es algo baladĆ­, pues el ahora Presidente de Chile ha tenido constantes coqueteos con la violencia. Recordemos cuando recibió sonrientemente una polera con el rostro de Jaime GuzmĆ”n baleado (exsenador de Chile, asesinado por el grupo terrorista Frente ā€œPatrióticoā€ Manuel RodrĆ­guez (FPMR) en 1991). O cuando, en su calidad de diputado, se reunió con Ricardo Palma Salamanca (del FPMR, asesino material de GuzmĆ”n) en Paris, Ć©poca en la que el terrorista pidió asilo polĆ­tico en Francia. O cuando, en el contexto de las revueltas de octubre de 2019, llamó explĆ­citamente a la desobediencia civil.

Por otro, y a pesar de los simbolismos que rompen con el republicanismo, se observa que tratarÔ de mostrar cierta moderación en sus políticas, ya que el escenario económico no le es favorable. La deuda pública corresponde al 39% del PIB, hay una inflación del 7,7%, y el peso chileno ha sido una de las monedas mÔs devaluadas en 2021. Si bien este escenario no permitirÔ impulsar todas las transformaciones refundacionales que busca su sector, no se debe obviar cómo se ha desarrollado el proceso constituyente.

La Convención Constitucional, institución con la que el nuevo Presidente tendrĆ” una relación privilegiada,  aprobó recientemente el aborto sin causales y sin fecha lĆ­mite de gestación, la Educación Sexual Integral, el pluralismo jurĆ­dico y tribunales indĆ­genas, y el autonomismo regional, entre los mĆ”s destacados. En cambio, el órgano constituyente rechazó la libertad de expresión, el derecho preferente de los padres para educar a sus hijos, el derecho a la vida, el derecho de propiedad, entre otros. Es por esto que el rechazo a la nueva Constitución ha aumentado sosteniblemente. SegĆŗn la Ćŗltima encuesta Cadem, del lunes 06 de marzo, 44% de los chilenos votarĆ­a apruebo y 37% rechazarĆ­a (5 puntos mĆ”s que la semana anterior).

En definitiva, este nuevo gobierno viene a cerrar definitivamente el ciclo transicional de la política chilena, la era del diÔlogo y los acuerdos, que caracterizó a la década del 90 y parte de los 2000. Los simbolismos observados desde hace ya meses develan un Ônimo refundacional de los ritos republicanos. Los simbolismos comunican, claramente, de una manera implícita el carÔcter ideológico del nuevo gobierno. Pero los hechos concretos también, como el retiro de las 139 querellas por delitos en el 18-O, que confirma hacia donde quiere ir el Gobierno.

Junto con la fugacidad de la llamada luna de miel presidencial —aquel primer periodo en que los gobiernos suelen tener aceptación y popularidad—, abusar de los sĆ­mbolos y acciones refundacionales abre una caja de pandoras para un gobierno que ya ha abusado de su condición generacional para (sobre)cargarla de virtuosidad polĆ­tica.

Cebar la juventud y la semiótica política no basta para gobernar cuatro años. Las expectativas sobre las que reposa la aprobación de Gabriel Boric lo enfrentarÔn vertiginosamente a sus promesas de campaña y a su programa de gobierno. Lo que este último denota y connota facilitan el anÔlisis de todos los demÔs signos y es la lengua oficial del nuevo gobierno. De otro modo, por dichas promesas y programa serÔ medido por los críticos, presionado por sus aliados, cuestionado por las oposiciones y sancionado por una ciudadanía corta de genio. Lo que debemos esperar de Gabriel Boric, mÔs allÔ de los aggiornos mediÔticos, ya estÔ dicho y escrito.

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