El 22 de noviembre se conocerá el resultado de las encuestas que adelanta el partido Centro Democrático para definir su candidato único a la presidencia de la república. Sin embargo, el posible triunfo de la senadora María Fernanda Cabal prendió las alarmas en las facciones más cercanas al gobierno, pues la consideran una opositora a la que no podrían acompañar en la contienda presidencial.
De ahí que una mayoría de parlamentarios pidieron al expresidente Uribe proclamar como candidato al exministro Oscar Iván Zuluaga, quien ha sido mucho más cercano al presidente Duque, además de haber sido el candidato del partido en 2014, cuando Juan Manuel Santos logró su reelección.
Se rumorea que varios congresistas y dirigentes del partido estarían alistando una solicitud formal para quedar en libertad y así poder apoyar a un candidato ajeno al partido sin incurrir en doble militancia, algo que en Colombia está prohibido según el artículo 107 de la Constitución Política.
Cabal ha sido siempre crítica del gobierno Duque, a quien acusa de gobernar con las banderas y funcionarios del gobierno de Juan Manuel Santos, al que las mayorías derrotaron en el plebiscito de octubre de 2016 y en las elecciones presidenciales de 2018.
Algo similar ocurre con el también precandidato Rafael Nieto Loaiza, quien insiste en que a Duque le ha faltado contundencia en la lucha contra el narcotráfico, el orden público, entre otros asuntos. Ambos han expresado su posición públicamente y ello no ha sido bien recibido en el palacio de Nariño.
De hecho, el mismo Uribe tuvo que convocar a los cinco precandidatos a una reunión, con el fin de pedir moderación en las críticas al gobierno pues, a fin de cuentas, Duque es militante del Centro Democrático.
Justo allí está la gran encrucijada: la base del uribismo expresa malestar con el gobierno, pero la bancada lo respalda y mantiene una importante representación en cargos del gobierno nacional, además de la posición dominante en la ejecución presupuestal, como corresponde en cualquier democracia liberal.
En la última encuesta “Panel de opinión” de la firma Cifras y conceptos, quedó claro que Duque es el presidente peor calificado en la historia, como también se refleja en todas las demás mediciones de imagen favorable y apoyo a la gestión del jefe del estado.
La militancia del uribismo podría votar en contra del gobierno y un primer paso sería expresar esa intención en la encuesta del Centro Democrático, en favor de Cabal.
En vez de sugerir caminos que dividan, lo que corresponde a cualquier colectividad que acuerda un mecanismo para elegir un candidato único, es pactar y comprometerse públicamente a respaldar a quien sea ungido como candidato, por encima de cualquier diferencia.
Eso se llama respeto por las reglas del juego, esas que el Centro Democrático denuncia se irrespetaron en octubre de 2016, cuando el gobierno siguió adelante con el acuerdo logrado en La Habana con las FARC, sin importar el rechazo mayoritario en las urnas ¿Darán ejemplo de coherencia o caerán presa de los personalismos?
Por su parte, el Partido Conservador, aliado tradicional del uribismo desde 2002, con una breve interrupción de esa coalición entre 2014 y 2018, cuando apoyó a Juan Manuel Santos; optó por proclamar al senador David Barguil como su candidato, sin convocar a convención o consulta de su militancia.
Eso por supuesto generó la aireada reacción de otros precandidatos, como los exministros Rubén Darío Lizarralde y Mauricio Cárdenas, quienes habían expresado públicamente su intención de competir por la candidatura conservadora.
Sin embargo, las facciones con representación parlamentaria hoy tienen control absoluto del partido, razón por la cual esa colectividad acompañará a su candidato con toda su fuerza electoral, hoy reducida a 13 de 108 senadores y 21 de 172 representantes a la Cámara, frente al 23 % de los escaños que ocupaba hace apenas diez años.
Ahora bien, emerge un nuevo jugador en la histórica coalición uribismo-conservatismo: el movimiento de Salvación Nacional, fundado por el asesinado líder conservador Álvaro Gómez Hurtado, que pronto recuperará su personería jurídica.
A la cabeza está Enrique Gómez Martínez, quien en los pocos debates en los que ha participado, desde que el pasado dos de noviembre se anunció el relanzamiento del partido, ha demostrado un talante que atrae a la militancia conservadora. Gómez Martínez ha sido crítico del Partido Conservador y su dirigencia e incluso al responder a la periodista Vicky Dávila en una palabra su posición frente al expresidente conservador Andrés Pastrana fue contundente: “Retírate”.
Estos tres partidos irían a consulta en marzo para definir en las urnas quién será el candidato de la derecha en Colombia y se podría sumar también Federico Gutiérrez, ex alcalde de Medellín.
Esas tres fuerzas políticas, unidas a los seguidores de “Fico” podrían consolidar el control de al menos el 30% del Congreso y sumar esfuerzos para la primera vuelta presidencial, en la que enfrentarían al candidato que defina el santismo, ahora enmarcado en la “coalición de la esperanza” y a Gustavo Petro y su “pacto histórico”.
Si, por el contrario, la derecha se mantiene dividida, corre el riesgo de que se reduzca la representación parlamentaria que le queda y dejará libre el camino para que los colombianos elijan ente la izquierda radical y la izquierda liberal al próximo presidente de la República.