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Existe una alta probabilidad de que se vea coaccionada

Chile: la convención constitucional y la violencia que no cesa

En el plebiscito de entrada, del 25 de octubre de 2020, los chilenos tuvieron dos papeletas. La primera de ellas preguntó ¿quiere usted una nueva Constitución? Junto a dos opciones: “Apruebo” o “Rechazo”. Mientras que en la segunda, en caso que ganase la opción “Apruebo”, buscó decidir ¿qué tipo de órgano debiera redactar la nueva Constitución? Las alternativas eran Convención Mixta Constitucional o Convención Constitucional.

Finalmente, los resultados fueron claros. A pesar de la pandemia del covid-19, más de 7 millones de chilenos se movilizaron a las urnas y la opción Apruebo fue la elegida con el 78% de los votos. En esta oportunidad también se determinó que el órgano redactor será una Convención Constitucional, compuesta por 155 miembros que serán elegidos el próximo 10 y 11 de abril. 

Si bien se instaló el relato que el plebiscito alcanzó la mayor participación ciudadana desde que se estableció el voto voluntario y la inscripción automática, al aproximarnos a los datos damos cuenta de esta ilusión. Pues, para esta elección se registraron 7.531.261 votos, correspondiente al 50,81% del padrón electoral, lo que no responde a una gran diferencia con los comicios de la segunda vuelta presidencial del año 2017, que se enfrentó Sebastián Piñera contra Alejandro Guillier. En esa oportunidad se registraron 7.032.878 votos totales, es decir, solo participó el 49% del padrón electoral, unos 400 mil votos menos que en el plebiscito. 

Por otro lado, el resultado del plebiscito logró dividir en un algún grado a Chile Vamos, la coalición oficialista. Pues, sectores del partido Evolución Política (Evopoli) o la mitad de Renovación Nacional (RN) apostaron por la opción Apruebo. Mientras que, la Unión Demócrata Independiente (UDI), la otra mitad de RN y de Evopoli, y el Partido Republicano apoyaron la opción Rechazo. Por parte de la oposición, fue un hito que permitió la ansiada unidad dentro de la izquierda, la cual no fue posible durante estos más de 30 meses de gobierno del presidente Piñera.

Sin embargo, no se debe leer el triunfo del Apruebo como una completa adhesión a las ideas de izquierdas por parte de la ciudadanía, y menos como un voto de confianza a sus representantes. Pues, numerosas personas ven la promesa de un cambio, sin identificarse ni con la derecha ni la izquierda política a pesar que este proceso fue impulsado por los actores de izquierdas y la más cruda violencia política.

¿Qué es la convención constitucional?

La convención constitucional será el órgano redactor del anteproyecto constitucional. Se compondrá de 155 miembros, electos en 28 distritos a nivel nacional. Según la cantidad de habitantes de estos, serán escogidos entre 3 y 8 convencionales constituyentes. El método empleado será el sistema proporcional D’Hondt, el mismo que se utiliza para la elección de diputados y senadores. No obstante, este mecanismo beneficia a aquellas listas o pactos fuertes, desfavoreciendo a los candidatos independientes.

Además, se estableció paridad en la convención entre hombre y mujeres. Pero no solo se legisló que la paridad se cumpla en la presentación de las listas, sino que los resultados también deben serlo. En caso que los resultados favorezcan a un sexo en un determinado distrito, se corregirá de manera artificial, pasando a llevar la voluntad ciudadana y el principio democrático que establece que todos los votos valen lo mismo. 

De la misma forma, hay 17 escaños reservados para pueblos indígenas. Siete cupos son para mapuches, dos para aymaras. Mientras que los pueblos rapanui, quechua, atacameño, diaguita, collas, kawéskar, yaganes y changos tendrán un cupo cada uno.

La convención constituyente funcionará por 9 meses, prorrogables, solo una vez, por tres meses más. Debe comenzar a trabajar durante el mes de mayo de 2021, o a más tardar en junio. También, quedó establecido que para aprobar las normas y artículos constitucionales, deben estar respaldado por un quórum de 2/3 de sus integrantes.

Asimismo, la convención debe respetar las normativas constitucionales para su correcto ejercicio. Y debe moverse en marcos mínimos, como respetar el carácter de República del Estado de Chile, su régimen democrático, sentencias judiciales firmes y los tratados internacionales ratificados por Chile que estén vigentes.

La convención tendrá un presidente y un vicepresidente, los que serán electos por mayoría absoluta de sus miembros. Además, contará con una secretaría técnica integrada por personas que acrediten su experiencia en los temas que asistan a discutir. Por otro lado, la convención podrá establecer sus propias reglas de trabajo.

No obstante, si se cometen infracciones a los procedimientos podrán ser reclamadas y cinco ministros de la Corte Suprema resolverán la problemática, los que serán elegidos por sorteo.

Cuando el texto esté finalizado, aproximadamente 60 días después, se deberá convocar a un plebiscito de salida en que los chilenos decidirán si aprueban o rechazan ese nuevo texto constitucional. En esta ocasión, el plebiscito tendrá carácter obligatorio, con una multa a aquellos que no asistan a sufragar. 

En caso de aprobarse, el presidente de la República deberá promulgarla como nueva Constitución ante el Congreso pleno, para que la acate. Luego, será publicado en el Diario Oficial durante los diez días siguientes de este acto, entrando en vigencia desde esa fecha. En el caso que gane la opción Rechazo, la Constitución de 1980 continuará vigente. Se estipula que el plebiscito de salida se realice en agosto de 2022.

La violencia como amenaza a la convención constitucional

A pesar que el proceso constituyente está en curso, la violencia no ha cesado. Desde octubre de 2019 hasta hace dos semanas atrás, cada viernes se reunían protestantes en Plaza Baquedano y en los alrededores por la Alameda, la avenida principal de la capital. En cada ocasión, los destrozos y enfrentamientos contra la policía chilena eran comunes por parte de los protestantes. 

Para el presente mes, los grupos radicales llamaron a un “marzo combativo”, el que cuenta con fechas de protestas y desorden. El viernes 5 de marzo, en el marco de una “huelga general”, quemaron la estatua del general Manuel Baquedano. Esta acción también se repitió el lunes 08 de marzo en el contexto de las manifestaciones por el Día Internacional de la Mujer Trabajadora. 

Ante estas acciones, el Consejo de Monumentos Nacionales decidió retirar la estatua para su restauración. Igualmente, Carabineros resguarda el sector desde el 14 de marzo, pues aún ahí se encuentra la tumba del “Soldado Desconocido” de la Guerra del Pacífico (1879-1883). Asimismo, se instaló protección al sector, con pilares y placas de acero, evitar su vandalización.

Sin embargo, el modelo de revuelta chileno, que se ha caracterizado por ser molecular y rizomático, aún continúa su curso al mismo tiempo que el proceso constituyente. Por sus propias características (gran cantidad de colectivos heterogéneos, que siguen el modelo de asamblea, es decir, no hay un líder por tanto son acéfalos, las que tienen redes de cooperación de tipo horizontal y espontánea) es dable señalar que presionarán al proceso constituyente.

Dicho de otro modo, tanto el proceso de revuelta molecular como el proceso constituyente están subvirtiendo tanto la institucionalidad como el sistema de creencia. Así, sería posible avanzar hacia otro Chile. Si bien, ambos se desarrollan en distintos planos, la revuelta de la calle puede presionar a la revolución institucional.

Por lo anterior, existe una alta probabilidad que la convención se vea amenazada y actúe coaccionada por la violencia, tal como ocurrió con el Acuerdo por la Paz social y la nueva Constitución.

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