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Arturo McFields y Paul Reichler le dan la espalda a la tiranía

Destituciones, renuncias y descontento militar: la implosión que carcome al régimen de Ortega

El líder del régimen nicaragüense, Daniel Ortega.
El tirano nicaragüense Daniel Ortega. El 19 Digital

La agudización de la crisis a lo interno de la dictadura de Daniel Ortega ha quedado evidenciada con la ruptura de dos de sus más fieles allegados, el embajador de Nicaragua en la OEA, Arturo McFields, y el asesor legal internacional de Nicaragua, Paul Reichler; un hecho, que el economista y analista político Francisco Larios, califica como parte de un proceso de “implosión”.

A lo anterior se suma la destitución de militares y de miembros del servicio exterior en los últimos días.

McFields, quien sirvió por más de una de una década al régimen sandinista, denunció a Ortega por los abusos a los derechos humanos durante una sesión de la Organización de Estados Americano (OEA); mientras Reichler, un estadounidense que estuvo al servicio del sandinismo desde el primer régimen y mantuvo estrechos vínculos con Ortega hasta hace pocos días, envió una carta a Ortega en la que lo señala por la muerte del fundador y exjefe de la tenebrosa Seguridad del Estado y exjefe de inteligencia del Ejército, Hugo Torres, disidente del sandinismo que murió estando en condición de preso político del régimen de su antiguo camarada.

Torres, fue uno de los guerrilleros que participó en el asalto de la casa de José María “Chema” Castillo, un ministro del régimen de Anastasio Somoza Debayle, el 24 diciembre de 1974, donde se efectuaba una fiesta con altos funcionarios con el propósito de liberar a varios presos políticos, entre ellos a Daniel Ortega, quien guardaba prisión por el asalto a un banco para “financiar” al Frente Sandinista, partido que está actualmente en el poder. En el asalto del “comando sandinista” fue asesinado Castillo mientras buscaba un arma para defenderse y los guardias que custodiaban la vivienda también murieron.

“Me resulta impensable que ese Daniel Ortega hubiera asesinado a Hugo Torres y llevado sádicamente a los grandes patriotas encerrados en sus celdas, al borde del hambre y la muerte”, señala la carta de Reichler.

“Me resulta aún más inconcebible que ese Daniel Ortega hubiera arrestado, confinado en condiciones intolerables y enjuiciado a más de 50 ciudadanos destacados”, dice Reichler en su misiva dirigida a Ortega y publicada por el diario La Prensa, sin mencionar los crímenes del sandinismo desde 1979. Tampoco alude a los más recientes, cometidos en el contexto de las protestas a partir de 2018, considerados crímenes de lesa humanidad por los organismos internacionales de derechos humanos.

Una lucha a muerte

Hay un proceso que es típico de las fases finales de la vida de las   dictaduras, que se llama implosión, y ese proceso ocurre a medida que el espacio se les hace más pequeño a los regímenes. Empiezan a partirse las estructuras por dentro: el Ejército, los funcionarios, y empiezan a pelearse entre ellos. Por eso es que le dicen implosión. Si uno estudia la historia, eso ocurre en todas las revoluciones que se dan. En todo orden, cuando no se puede evolucionar y se termina. Y este [la dictadura sandinista] es un viejo orden que no puede evolucionar; no hay capacidad, no tiene salidas y por eso la lucha con ellos es a muerte, hasta que muera el régimen”, subraya Larios.

“Ahora en Nicaragua ves ese proceso de agudización. Primero con la renuncia del embajador de Nicaragua ante la OEA y la purga de oficiales jóvenes en el Ejército. Eso es una señal tremenda y no ocurre por accidente. Ellos saben que hay descontento y peligro. Los golpes de Estado no los dan necesariamente los generales. Muchas veces los dan los oficiales de graduación media: capitanes, mayores y coroneles. Ellos hicieron una purga y no la hubiesen hecho si no se sintieran tensiones a lo interno del régimen”, acotó.

Larios se refiere a la cancelación del nombramiento del coronel Mario Vindel Midence como agregado de Defensa en la Embajada de Nicaragua en Guatemala, y al envío de más de 40 oficiales a “retiro”; entre ellos 11 coroneles, 11 tenientes coroneles, 13 mayores, 2 capitanes de fragata, un capitán y al general de Brigada Genaro Rosendo Betanco. Las destituciones en el Ejército fueron realizadas un día después de la denuncia de McFields, que aseguró que miles de trabajadores del Estado estaban cansados de la dictadura.

«La gente de adentro del gobierno y la gente de afuera está cansada. Cansada de la dictadura y de sus acciones, y cada vez van a ser más los que digan ‘basta'», aseveró McFields.

Otra de las evidencias de la crisis interna del sandinismo de Ortega son las peroratas de uno de los llamados “combatientes históricos” del sandinismo, conocido como el “Chino” Enoc, que culpa en las redes sociales a la esposa de Ortega y vicepresidenta de Nicaragua, Rosario Murillo de la crisis y la renuncia de McField, cuyo padre es un exembajador del sandinismo en África desde la primera dictadura sandinista, y ha sido muy cercano a la esposa de Murillo.

“Por lo que se sabe despidieron a dos hijas de Walmaro Gutiérrez”, dijo Larios, se refiere a dos funcionarias del servicio diplomático en la Organización de Estados Americanos (OEA), en Washington, y en Suiza, hijas deldiputado sandinista y presidente de la comisión económica del Parlamento, sancionado por Estados Unidos por socavar la democracia. La destitución fue encubierta como “renuncia”.

También destituyeron a la embajadora de Nicaragua en Venezuela y eso demuestra que el medio ha cruzado a la acera de ellos, están en crisis, no son tan fuertes como parecen y en este instante están en paranoia máxima, y es un momento para reactivar a la resistencia y pasar a la ofensiva. No imprudentemente, sino con inteligencia.”, dijo Larios.

En el exterior se ha propuesto presionar a los funcionarios del servicio diplomático del régimen, cónsules y embajadores. “Busquemos los correos electrónicos, enviémosle cartas a la gente que trabaja en el servicio diplomático y darle la noticia de que el régimen no tiene futuro, y que va hacia un aislamiento cada vez mayor. Lo que está pasando a nivel internacional los está aislando más. Hay que hacerles ver a dónde quieren quedar: en la lista de los que permanecieron con el régimen hasta el fin de la dictadura y quedar marcados por eso ¿O quieren conservar su honra, su dignidad y hasta un futuro?”, afirmó Larios.

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