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EL PROGRAMA TIENE UN PRESUPUESTO DE 30 millones de dólares

La Administración Biden repartirá pipas de ‘crack’ para promover la ‘igualdad racial’

Joe Biden, el presidente de Estados Unidos
El presidente de Estados Unidos, Joe Biden. Europa Press

El círculo está a punto de completarse, la locura ‘woke’ está alcanzando sus extremos y, por evitar el racismo, convirtiéndose en el adalid de los estereotipos raciales más ofensivos. Como sugerir que un modo de favorecer a los negros es facilitar los hábitos de drogadicción.

La Administración Biden está completando una medida para promover la «equidad racial» financiando el reparto de pipas de crack de vidrio gratuitas para que los drogadictos fumen crack, metanfetamina cristalina o cualquier otra «sustancia ilícita». Es difícil parodiar la noticia.

Se trata de un nuevo programa de ayudas de 30 millones de dólares del Departamento de Sanidad y Servicios Humanos (HSS) que repartirá fondos entre los gobiernos locales y las ONG para adquirir y repartir «equipos/suministros para fumar», según informa el Washington Free Beacon .

Los equipos, según ha declarado el HHS, tienen como objetivo reducir los riesgos de infección en el consumo de drogas, y en el reparto tendrán prioridad los ‘grupos vulnerables’, es decir, las minorías protegidas por la ideología ‘woke’: afroamericanos y personas LGBTQ+, fundamentalmente, como parte del plan establecido por el presidente Biden para promover la «equidad racial».

Esta medida es original solo en el sentido de que llega ahora a escala federal, pero se ha aplicado ya en varias ciudades gobernadas por políticos demócratas, como San Francisco o Seattle, que llevan ya algún tiempo han distribuido kits para fumar a los residentes, con similares criterios. El resultado de tan curiosas medidas puede comprobarlo cualquier visitante de estas ciudades, y no es bonito.

Uno de los rasgos de la ideología ‘woke’ imperante es el olvido total de la ley de los incentivos, y así mantienen un costosísimo sistema de prestaciones que, a base de una agobiante presión fiscal, anima a una población cada vez más amplia a vivir de la munificencia pública, que les permite drogarse, hacer sus necesidades en la calle e incluso robar impunemente en las tiendas. El resultado es un puñado de ciudades que en su día fueron la envidia de Estados Unidos y el mundo convertidas en distopías de la que huyen todos los años sus habitantes más productivos.

Los resultados desastrosos de estas políticas no desaniman a los más fanáticos, pero sí han echado para atrás a algunos ayuntamientos, como es el caso de Louisville, Kentuky, que ha abandonado este tipo de programas con el sensato argumento de que promueven el abuso de drogas .

Los fondos para el programa provienen del Plan de Rescate ideado por los demócratas para aliviar las condiciones económicas de los más desfavorecidos perjudicados por las medidas de lucha contra la pandemia.

También prevé fondos para la adquisición de otros artículos como condones y pruebas de detección de enfermedades. Tendrá una duración de tres años e incluye 25 desembolsos de hasta 400.000 dólares.

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