La «investigación» prometida por la Organización Mundial de la Salud en la localidad china de Wuhan para encontrar los orígenes de la enfermedad covid-19 que ya ha matado a más de tres millones de personas en todo el mundo y que ha sumido a la mayoría de países occidentales en una crisis económica sin precedentes desde la Segunda Guerra Mundial, es una farsa controlada por las autoridades comunistas chinas y, lo que resulta más grave, aceptada por la OMS.
La investigación ‘liderada’ por la OMS ha estado plagada de retrasos, preocupación por el acceso y disputas entre Pekín y Washington (en tiempos de Donald Trump) que acusó a China de ocultar el alcance del brote inicial y criticó los términos de la visita, bajo la cual expertos chinos realizaron la primera fase de la investigación.
La OMS, que ha tratado de gestionar las expectativas para la misión, comunicó el viernes que los miembros del equipo se limitarían a las visitas organizadas por sus anfitriones chinos y no tendrían ningún contacto con los miembros de la comunidad, ‘debido a restricciones de salud’. A día de hoy, ni siquiera se ha informado del itinerario de los investigadores y estos tiene estrictamente prohibido por las autoridades chinas hablar con la prensa, y se limitan a informar de sus visitas organizadas a hospitales a través de las redes sociales.
Así, una miembro del equipo de la OMS tuiteó hace unas horas: «Acabo de regresar de una visita al hospital de Jinyintan, que se especializó en enfermedades infecciosas y fue designado para el tratamiento de los primeros casos en Wuhan. Historias bastante similares a las que he escuchado de nuestros médicos de la UCI».
La OMS sí ha comunicado que el equipo de investigación planea visitar el mercado de mariscos en el centro del brote inicial, así como el Instituto de Virología de Wuhan. Una hipótesis, rechazada por China, es que el brote fue causado por una filtración en el laboratorio del Gobierno.
También se conoce que ayer, sábado, el equipo de la OMS fue a un centro de exposiciones que presenta una exhibición que conmemora los primeros esfuerzos para combatir el brote en Wuhan, que incluyó un cierre de 76 días de la ciudad de 11 millones de habitantes.