«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
La Gaceta de la Iberosfera
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Sin verdad no hay esperanza de libertad ni prosperidad

La Hispanidad como vocación y compromiso

Cuadro 'La Llegada', de Augusto Ferrer-Dalmau.

La Gaceta de la Iberosfera cumple su primer año como adalid de la feroz lucha que se ha iniciado para la reconquista de la libertad y la verdad en todo el mundo iberoamericano


Son tan viles los medios y los fines de nuestros enemigos que tenemos que tener tanto cuidado en no caer en la tentación de subestimarlos y ser sorprendidos y arrollados como en no sobrevalorarlos y dejarnos intimidar y vencer por el desánimo. Hoy es el Día de la Hispanidad y volvemos a ver colarse por todas las rendijas de los debates de actualidad ese odio que despierta ya el mero concepto y la necesidad que tienen tantos de mostrar su rechazo y distancia hacia un fenómeno tan único, extraordinario y milagroso que con un mínimo de conocimiento y honradez solo puede generar admiración.  

Nosotros, en La Gaceta de la Iberosfera, trabajamos con ventaja. Somos devotos de la gesta civilizadora de la Hispanidad. Y forma parte de nuestra misión su defensa en un terreno en el que es furiosamente atacada, los medios y la propaganda política en los que las imágenes de hostilidad y la demonización del adversario son tan habituales. Queremos restaurar unas bases de información comunicación, colaboración y defensa común a todos los iberoamericanos demócratas y defensores de la libertad, de la verdad y de la democracia. Y para ello la batalla por la verdad histórica es esencial.

Sin verdad no hay esperanza de libertad ni prosperidad. Y la verdad empieza en el trato de nuestro pasado

No ha habido en el mundo una campaña ni tan larga ni tan poderosa ni con un mensaje tan falso como la Leyenda Negra. Y aquí nos tienen en el siglo XXI, cien años después de morir Julián Juderías, luchando contra mentiras obvias y por verdades clamorosas. Con paciencia como recomienda Iván Vélez, autor de varios libros magníficos sobre Hernán Cortés y la conquista de México. Pero sin pausa ni desaliento. La gran batalla cultural para la reconquista de la verdad, esa batalla que no se ha dado en los últimos cuatro siglos, la vamos a dar ahora quienes en España y muchas naciones de América vamos a dar otra gran batalla íntimamente relacionada que es la batalla por la libertad y la prosperidad. Sin verdad no hay esperanza de libertad ni prosperidad. Y la verdad empieza en el trato de nuestro pasado.

El odio al éxito de España y a la grandeza que ha demostrado especialmente en tres siglos que deslumbraron al mundo es casi tan viejo como el éxito mismo. Y lo generan, promueven, expanden y mantienen quienes pretenden acabar con él. En esto no ha cambiado nada desde el siglo XVI en que comienza a gestarse la Leyenda Negra, la propaganda enemiga. Entonces eran los ingleses y los holandeses, los corsarios, Francia y los protestantes y, siempre presentes, los traidores y enemigos internos.

Ahora son el Foro de Sao Paulo, el Grupo de Puebla, el movimiento comunista y por desgracia prácticamente toda la izquierda americana y española fusionados con el crimen organizado del narcotráfico, los poderosos enemigos de la nación en el globalismo financiado por los Bezos y Gates, por los Soros o la pobre Ana Patricia Botín, la Greta Thunberg de la banca internacional. Ellos sones reflejo de las potencias enemigas de la Hispanidad aliadas con aquella masonería francesa, inglesa y norteamericana que trabajó incansablemente para destruir la España trasatlántica y no solo aquella. Cuando lo lograron las fuerzas antimonárquicas, se encelaron en crear pequeños países vulnerables y enfrentados, dominados por unas clases dirigentes criollas corruptas y envilecidas que se habían impuesto con sus generales separatistas y mercenarios blancos a las fuerzas leales a la corona, en gran parte indígenas.

No es casual que todos los enemigos de la libertad y la democracia formen parte de ese frente de izquierda y crimen organizado que está en permanente campaña contra la Hispanidad

Desde el primer momento las elites criollas tuvieron excusa y pretexto para todos sus desmanes y todos sus desastres en la creación de nuevos estados. La culpa era de España y su corona. Eso lo decían en las décadas después de la independencia pero ahora dos siglos después siguen igual. Miren a López Obrador, que está en el peor camino que lleva a dejar el mayor país hispano en manos del narcotráfico, del parásito comunista cubano y las mafias narcocomunistas del Grupo de Puebla y Foto de Sao Paulo.

No es casual que todos los enemigos de la libertad y la democracia formen parte de ese frente de izquierda y crimen organizado que está en permanente campaña contra la Hispanidad y en agitación y propaganda de la Leyenda Negra. Desde Kirchner a Castro, desde Correa a Tirofijo, desde Iglesias a Piedita Córdoba desde Monedero a cualquier terrorista de las FARC, desde Evo Morales a Maduro o López Obrador u Ortega o Lula, todos maman de ese odio porque es parte sustancial de su mensaje ideológico para el sometimiento. Siempre con la mentira necesaria para el presente que nutren con las mentiras sobre el pasado.

La vergüenza no es que no se pida perdón desde España sino que España y toda Iberoamérica no celebre la gesta de Hernán Cortés

Ahora con esto del aniversario están insistentes en que que pida perdón España por hacer de México un país próspero y radiante en 300 años con unas ciudades, Ciudad de México a la cabeza, que eran envidia de las ciudades europeas, por sus monumentos y estructuras civiles como por sus servicios. De eso hace dos siglos y hoy ya no es así. Y algunos pretenden que lo que pasa hoy es culpa de los mandaban hace 200 años y se fueron o se quedaron al llegar la república. La vergüenza no es que no se pida perdón desde España sino que España y toda Iberoamérica no celebre la gesta de Hernán Cortés, la liberación de los pueblos sometidos bajo la sangrienta tiranía azteca y el comienzo de una nueva era cuyo mensaje más glorioso es ese rico mestizaje que es México y tantos otros países. Frente a los imperios exclusivistas y racistas que fueron a tratar como esclavos o propiedad a los habitantes de colonias con los que jamás se mezclaron. La Hispanidad convirtió a todos en españoles y dio a todos derechos como jamás habían tenido. Con todos los momentos trágicos y difíciles que hay en toda empresa humana y el trato entre humanos entonces en cualquier sitio del mundo, la Hispanidad marcó una nueva forma de tratar e incorporar a diferentes a un mismo proyecto permanente con la inmensa fuerza de su vocación religiosa de trascendencia. No lo había habido antes ni lo hubo después.

Y sin embargo, la inquina es inenarrable. En la gran tiranía de la subcultura progresista que se ha adueñado de los medios occidentales, nada es suficiente para desprestigiar y minar a la Hispanidad, a España y su historia y a aquellos que la defienden. En la ignorancia que han logrado extender ya en varias generaciones es prácticamente obligatorio ridiculizar y criminalizar a la vez una obra milagrosa que al conocerse no puede causar en seres inteligentes más que asombro, respeto y devoción.

Hablan de genocidio español cuando la presencia española era precisamente la garantía de que no hubiera el genocidio que sufrieron todos los indígenas en el norte del continente cuando se retiraron los soldados fieles a un Rey católico, cuando echaron a los misioneros españoles y llegaron los blancos del norte, los que no tenían señor, amo ni dueño que no fuera sus ambiciones de tierra, oro y bienes. En EEUU no hay indios más que para un par de reservas. En México, el 90% tiene sangre parcial o totalmente indígena. Mal genocida parece ser quien se mezcla y hace multiplicarse al pueblo que supuestamente iba a exterminar. Y es que nunca fue a hacerlo.

Hay que ser muy ignorante hoy o albergar mucho odio para no entender que sin España, sin la España de la reconquista, de la rodilla en tierra en la Española y del Plus Ultra, de la Hispanidad, no habría existido nunca el mundo occidental

“¿Valió la pena el imperio?” Pregunta tan idiota sobre el Reino de España trasatlántico que cambio la percepción que tenía el mundo de sí mismo, convirtió la iglesia católica en iglesia universal y llevó el renacimiento hasta los últimos confines, de Tierra de Fuego a Alaska, de Florida a Filipinas, de Figueras a Guayaquil y de Cádiz a California. Se la hace un diario publicado en Cataluña cuyo propietario es un hombre tan pequeño y tan vil que cualquier titulo nobiliario o grandeza oficial suena como un sarcasmo junto a su nombre. Valió la pena porque cambió el mundo de una forma jamás habida y para bien. La grandeza de la Hispanidad se ve siempre realzada por la vileza de sus enemigos. La negación de lo obvio y de realidades tan rotundas revela la catadura del enemigo.

No sé si fue Chesterton el que dijo aquello de que llegaría el día -llegó hace tiempo- en que el hombre tendría que defender con las armas la afirmación de que un prado es verde. Sí, sé que fue Ramiro de Maeztu, un mártir de la patria, asesinado por los sempiternos enemigos de la verdad, el que dejó dicho aquello de: “No hay en la Historia universal obra comparable a la realizada por España, porque hemos incorporado a la civilización cristiana a todas las razas que estuvieron bajo nuestra influencia”.

Hay que ser muy ignorante hoy o albergar mucho odio para no entender que sin España, sin la España de la reconquista, de la rodilla en tierra en la Española y del Plus Ultra, de la Hispanidad, no habría existido nunca el mundo occidental. No se habría dado esta civilización surgida de Grecia, de Jerusalén, de Roma, de los dos Testamentos, pero también de las Navas de Tolosa, de las carabelas, del Escorial, de la Universidad de Lima y de Guadalupe, de Quito y Cartagena de Indias. El mundo occidental, que ha sido al menos hasta ahora y pese a todo drama, catástrofe y monstruosidad, el mejor, el más generoso, compasivo, emprendedor, eficaz y solidario de los mundos habidos, tiene una inmensa deuda con la Hispanidad. Es lógico que sus enemigos se la nieguen. No lo es que lo hagan sus hijos.   

Ahora en el siglo XXI en el que la lucha contra el mundo occidental ha adquirido un ritmo brutal y una extensión global, la defensa de la Hispanidad -SER ES DEFENDERSE (volviendo a Maeztu)- nos ofrece una colosal inspiración para la lucha por las libertades, la identidad, las naciones y la verdad. En La Gaceta de la Iberosfera que ya es un referente de la información en libertad sobre todo Iberoamérica nos hemos comprometido a hacer periodismo con este fin. Como aquellos españoles de antaño, nacidos a ambos lados del Atlántico, somos uno grupo de españoles muy distintos que tienen en común el compromiso de luchar por una causa noble superior a nosotros, por amor a la patria y a lo nuestro, a la Hispanidad, para la reactivación y fortalecimiento de un espacio de civilización con vocación de permanencia radicalmente opuesto al derrotismo degradante y disolvente del kulturpessimismus y de los fanatismos redentoristas climatizas, nazis o comunistas. En un año se ha hecho lo impensable. Y ya somos referente para quienes buscan informaciones veraces no intoxicadas por quienes quieren destruirnos. Es un inmenso logro que esperamos continuar sin descanso.

Todo con la esperanza de que nuestros hijos y nietos puedan recordar con orgullo a sus hijos y nietos que nosotros, ya en remoto pasado, les dijimos que todos somos de una estirpe con el glorioso deber de ser siempre parte de los mejores entre los hombres mientras el mundo sea mundo. Y en español.

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