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Centenares de estadounidenses se muestran indignados a través de las redes

Las restricciones son para la plebe: sin distancia social y sin mascarillas en la gala de los Premios Emmy

Ganadores del Premio Emmy. Reuters

Ya no saben cómo decirnos que ellos no son como nosotros, que las restricciones que frustran nuestros deseos de una vida normal, que han arruinado nuestras economías y cercenado nuestros derechos no se aplican a la gente guapa. Lo vimos hace nada en la Gala del Met, y ahora lo vemos en la de los Premios Emmy. Solo que aquí estaban más apretados, menudeaban los besos y abrazos y no llevaba mascarilla ninguno de los invitados, aunque sí todos los sirvientes, que aún hay clases.

Lo hemos visto hasta la saciedad. Lo vimos a principios de verano en la Cumbre del G7 en Cornualles, donde los líderes de los siete países más desarrollados del mundo hicieron su posado con mascarilla y saludándose estúpidamente con el codo para inmediatamente prescindir del tapabocas y la distancia social. Lo hemos visto en las reuniones del gobierno español y en cada uno de los eventos del PSOE; lo hemos visto en el gobernador más draconiano de Estados Unidos, el de California, Gavin Newson, castigando a los californianos sin Acción de Gracias mientras el banqueteaba con amigos sin respetar ninguna de sus precauciones obligatorias; lo hemos visto en decenas de ‘pilladas’, de líderes o famosos precipitándose a por la mascarilla al advertir que les estaban grabando. Demasiados ejemplos, en fin, para no advertir que no creen en lo que nos imponen, que no son medidas sanitarias, que es un siniestro deseo de control que está convirtiendo nuestras sociedades en regímenes totalitarios consentidos.

La Gala de los Emmy, que va por su edición 73, fue un caso especialmente sangrante, al coincidir con las fechas en que millones de niños norteamericanos vuelven a un colegio que les obliga a llevar la cara tapada durante todas las horas de clase y recreo, de cualquier edad, lo que tiene consecuencias físicas y psicológicas evidentes.

El presentador, el actor canadiense Seth Rogen, incluso bromeó con el asunto. «Permítanme empezar diciendo que somos demasiados en esta pequeña habitación. ¿Qué estamos haciendo? Dijeron que esto era al aire libre. No lo es. Nos han mentido. Ahora mismo estamos en una tienda de campaña hermética. Yo no habría venido a esto. ¿Por qué hay un techo?”, dijo desde el escenario entre risas. «Esto es una locura. He pasado de limpiar mis compras a que Paul Bettany me estornude en la cara”. Son encantadores.

También hubo bromas contra Nicki Minaj, que en Twitter osó decir que lo de vacunarse o no debería ser una decisión libre y personal. ¿Libre y personal? ¡Por favor, qué siglo XX es eso!

La desconexión con su público es absoluta, como prueban los centenares de reacciones indignadas en redes sociales, especialmente por parte de los padres a cuyos hijos mantienen en estos mismos momentos en una situación ideal para traumatizarles y convertirles en adultos obedientes y asustadizos.

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