El mayor crítico de los neoliberales -a quienes califica de “vendepatrias” al servicio de intereses extranjeros “saqueadores de la riqueza mexicana”, Andrés Manuel López Obrador, aceptó un préstamo de 12 mil millones de dólares del Fondo Monetario Internacional (FMI).
El mandatario socialista declaró que usaría ese dinero para pagar la deuda externa por anticipado. Pero eso no es posible, como se lo hizo saber Gerardo Esquivel, un subgobernador del Banco de México, desde su cuenta de Twitter, donde posteó:
“Los derechos especiales de giro (DEGs) no son una moneda, son un activo de reserva internacional. En México, por mandato de ley, los activos de reserva internacional no se pueden usar para pagar deuda”.
El FMI había aprobado a inicios de agosto, Derechos Especiales de Giro (DEG), equivalentes a 650 mil millones de dólares, el monto más elevado a nivel histórico.
Los DEG son un activo de reserva internacional integrado por el FMI en 1969 para apoyar las reservas de sus países miembros. De esos 650 mil mdd, 12 mil millones de dólares irían a México, pero más bien como fondo de emergencia para enfrentar la crisis económica derivada de la pandemia.
Históricamente López ha tenido una opinión negativa sobre este organismo, al que asocia con el neoliberalismo.
Por ejemplo, el 30 de mayo de 2019, en su conferencia –y ahora también show musical que reproduce canciones populares– dijo que su agenda de gobierno no se iba a elaborar “desde el extranjero”, en referencia al FMI.
Hizo esta aseveración porque considera que cuando los presidentes del “periodo neoliberal” en México (1982-2018) aceptaban dinero del extranjero, les dictaban lo que tenían que hacer. “Incluso los programas de desarrollo en México, tenían esa orientación”, masculló.
Presumió que por primera vez su gobierno elaboró un programa de desarrollo propio, exento de tales recomendaciones intervencionistas, que casi eran obligatorias al tomar dineros foráneos.
“¿Y cuál era esa agenda que se imponía a México?”, se preguntó López, respondiendo que se trataba de “las reformas estructurales” –impulsadas durante la administración de Enrique Peña Nieto– que siempre ha querido combatir y que su gobierno intenta traer abajo. “Reforma energética, reforma fiscal, reforma laboral”, entre otras.
Después de haber sido un opositor sin responsabilidad en la administración pública de 2006 a 2018, ahora como presidente López encontró el lado amable al FMI, asegurando que si dicho organismo combatía la corrupción y la pobreza, y si le apostaba al desarrollo sustentable y a la igualdad de género, “¿por qué no coincidir?”.
Antes, el 22 de enero de 2019, López había criticado al FMI diciendo que su pronóstico en crecimiento económico iba a fallar. “Cada quien tiene su manera de medirlo. Yo con datos les puedo decir que se ha apreciado el peso”, dijo el mandatario.
Y en cuanto al crecimiento espetó que si el FMI calculaba un máximo de 2 puntos, estaba bien, porque iba a ser mejor que eso y nos iba a sorprender.
¿Qué pasó en 2019? La economía se contrajo, quedando en un 0.055%, datos del Banco de México. Y todavía no había pandemia a la cual culpar. En 2020, bajó al -8.239%.
A mitades de 2019, López volvió a denostar al FMI, en respuesta por el recorte al PIB que hizo esta institución. En julio de ese año, lamentó en su conferencia propagandística de las mañanas que el FMI era neoliberal y había causado muchos daños.
“Todos esos organismos deberían ofrecer disculpas al pueblo de México, y hacer la autocrítica, es decir, ‘lo que propusimos (el modelo neoliberal) resultó un fracaso y causamos un grave daño a los mexicanos’”, pidió López.
Pero hoy, con 12 mil millones de dólares en la bolsa, el mandatario socialista ya no parece pensar lo mismo. En junio de 2020, el presidente recibió otro préstamo de una entidad internacional satanizada por la izquierda latinoamericana, el Banco Mundial, por un monto de mil millones de dólares.