Una de las principales disonancias cognitivas del progresismo procede de olvidar que las acciones tienen consecuencias. Sacar de quicio al gremio que te trae a casa o a la tienda de la esquina todo lo que necesitas, por ejemplo, suele ser una mala idea.
Otra es anunciar que vas a permitir a los bancos congelar o suspender cuentas discrecionalmente y sin consecuencias legales.
La caza ya ha comenzado, un āhackerā ha salido presumiendo de haber entrado en la plataforma que financia a los camioneros con donaciones anónimas y ha empezado a filtrar nombres, que los medios del rĆ©gimen han repetido para ruina de los desafortunados.
La vesania del Gobierno Trudeau ha llegado tan lejos en su desesperación como para que el ministro de Justicia, David Lametti, dijera en CTV News que los Ā«trumpistasĀ» que apoyan económicamente el ‘Convoy de la Libertad’ deberĆan temer la congelación de sus cuentas bancarias. Trumpistas, sĆ. En CanadĆ”.
Por supuesto, el ministro tambiĆ©n amenazó a los camioneros con la revocación de su licencia. Dejar sin medios de subsistencia a decenas de miles de familias canadienses por una protesta pacĆfica contra la tiranĆa sanitaria puede parecer cruel, pero no se confundan: tambiĆ©n es muy estĆŗpido.
Como lo es anunciar la congelación de cuentas privadas por ‘delitos de pensamiento’. Lo primero que ha conseguido el aviso mafioso es asustar a los usuarios, comprensiblemente, al entender que en cualquier momento pueden perder el acceso al dinero depositado en una entidad bancaria que creen suyo, si asĆ lo decide el banco. Y el miedo lleva a muchos a sacar todo lo que puedan del banco. Imaginen el pĆ”nico que esto puede ocasionar y el corralito posterior.
Por de pronto, los servicios online de una serie de bancos canadienses han dejado de funcionar. El periodista canadiense Ezra Levant cita tres desde su cuenta de Twitter: Royal Bank, BMO Bank of Montreal, y CIBC Bank. MĆ”s tarde se informó de que lo mismo sucedĆa con TD Canada Trust y Scotiabank. Entre los organizadores de la protesta de los camioneros se ha discutido, de hecho, si un pĆ”nico bancario podrĆa ser la clave para ganarle el pulso al gobierno de Trudeau.
Lo llamativo del caso es que, tras dos aƱos de un draconiano estado de excepción sanitario que inicialmente solo iba a durar dos semanas Ā«para aplanar la curvaĀ», la del ‘Convoy de la Libertad’ parece una protesta bastante razonable, y a la que de hecho estĆ”n atendiendo cada vez mĆ”s gobernantes de las provincias canadienses, que han anunciado el levantamiento o relajación de las restricciones. Y en un paĆs tras otro de Occidente se anuncia el fin de la pandemia, sin mĆ”s, acabando en consecuencia con todas las trabas a la vida normal impuestas estos aƱos.
Incluso los paĆses que han destacado por sus disposiciones mĆ”s liberticidas, como Austria. Este miĆ©rcoles, el Gobierno austriaco iba a imponer multas de hasta 3.600 euros a los ciudadanos no vacunados, y hoy anuncia Reuters que el paĆs levantarĆ” casi todas las restricciones a partir del 5 de marzo.
Esto se acaba, lo mismo estĆ”n haciendo Gran BretaƱa y los paĆses escandinavos. Incluso la Administración Biden acaba de anunciar a travĆ©s de su equipo de emergencia contra el covid que la enfermedad ha dejado oficialmente de ser una crisis.
Pero los Gobiernos de CanadÔ y Francia se obstinan en mantener un absurdo pulso con sus propios pueblos que no pueden ganar, incluso si llegan a quebrar la determinación de los manifestantes, y del que saldrÔn desprestigiados y debilitados.