«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
'No se puede vivir de subsidios'

Los tres simbólicos mensajes del Papa en plena batalla cultural en Iberoamérica

Papa Francisco
Papa Francisco

El billar francés o carambola es un juego deportivo que utiliza un taco de billar y 3 bolas sobre una mesa. De un tiro se debe tocar las tres bolas y así hacer una carambola, jugada que requiere enorme habilidad. En un vertiginoso raid ideológico el Papa Francisco hizo carambola de pronunciamientos y agendas en muy pocos días que resulta bien interesante.

Una de las bolas de la carambola de pronunciamientos es la que tuvo lugar en la grabación que Francisco realizó para el 57° Coloquio de IDEA, la reunión de políticos y empresarios más importante de Argentina que se celebra esta semana. Allí el pontífice, que es asiduo interlocutor de los dirigentes piqueteros y administradores de planes sociales, dejó un mensaje que quedó flotando en una nube de confusión “No se puede vivir de subsidios”, dijo.

Para que se entienda bien: el Papa Francisco cultiva profundas amistades con quienes gerencian los más de 20 millones de planes sociales que existen en Argentina. De hecho, es famosa su amistad con el líder del Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE), Juan Grabois uno de los receptores de planes sociales más arrebatado e iracundo, quien fuera designado miembro del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral del Vaticano en un área que nuclea los programas de aplicación de la encíclica Laudato Sí.

Las palabras del Papa son significativas, si no contradictorias, ya que sistemáticamente ha condenado la creación de riqueza. Sin embargo, en el citado mensaje, sostuvo que “Varias veces me he referido a la noble vocación del empresario que busca con creatividad producir riqueza y diversificar la producción, haciendo posible al mismo tiempo la generación de puestos de trabajo”. Lo curioso es que las palabras del Pontífice coinciden con las contorsiones electorales que el dirigente (alternativamente antikirchnerista / kirchnerista) Sergio Massa está haciendo en estos días para tratar de sobrevivir a la decadencia del gobierno de Alberto Fernández, justamente proponiendo cambiar planes sociales por trabajo para salvar el proyecto kirchnerista. Casualidad de agendas paralelas.

Ahora el Papa Francisco aseguró que “los subsidios sólo pueden ser una ayuda provisoria” y lamentó haber sido malinterpretado “Algunos me han hecho decir cosas que yo no sostengo: que propongo una vida sin esfuerzo, o que desprecio la cultura del trabajo”, se quejó amargamente. Sin embargo, los planes sociales distan mucho de ser provisorios ya que se llevan implementando desde hace casi 4 décadas. Comenzaron a implementarse con el gobierno de Alfonsín en los años ‘80 y no pararon de crecer, hoy la mitad de los argentinos recibe al menos uno. La pobreza creció en paralelo con los planes sociales a los que Bergoglio llama elípticamente “subsidios”. Actualmente el entramado de planes sociales conforma una institución social de poder inimaginable. Una auténtica glorificación del pobrismo a la que el Papa es muy cercano. Lo que es el azar, ¿verdad? La sintonía antiplanera del Papa y Massa es otro albur indiciario de las prioridades del Papa.

La segunda bola de la carambola es el encuentro con Nancy Pelosi, la Presidente de la Cámara de Representantes de los Estados Unidos, a la que recibió con el corazón henchido de júbilo. La afamada miembro del Partido Demócrata fue receptora de todas las amabilidades papales.

La referencia a la alegría pontificia no es trivial. Mario Bergoglio posee un manejo del lenguaje corporal que envidiaría Marcel Marceau. Cuando no puede evitar una reunión o foto con algún personaje político o social emplea una cara magnífica: mezcla de pavor, ira y vilipendio. Se trata de una expresión con un poder comunicacional colosal que acompaña con una postura corva y doliente. Es verlo y padecer al unísono. Da para pensar que está siendo apuntado con una daga en la espalda. Cuando recibió a Mauricio Macri, la cara que puso para la foto daba ganas de ir a rescatarlo, algo similar ocurrió cuando se fotografío con Trump. En cambio, las veces que se encontró con Fidel Castro, Chavez, Maduro, Cristina Kirchner, Evo Morales o Lula fue como ver un niño en navidad. Sonríe y sus ojitos se llenan de tierna esperanza. Así estaba en la reunión con Pelosi.

La recibió en el palacio apostólico y le dedicó más tiempo que a los cardenales que presionaron con preguntas sobre cuestiones doctrinales urgentes. Pelosi previamente se había reunido con el cardenal Peter Turkson que anunció que estaba feliz de hablar con ella sobre el medio ambiente, políticas médicas, migración y derechos humanos. Otra agenda en común, evidentemente.

Justo da otra casualidad: Bergoglio y Pelosi se reunieron pocas semanas antes de que los obispos de Estados Unidos se congreguen en Baltimore para discutir una declaración sobre la «coherencia eucarística», un eufemismo elegante para decirles a políticos católicos pro aborto como Pelosi y Biden que no pueden recibir la comunión si sostienen dicha postura. A la vez, el Papa recibirá próximamente al presidente de EEUU en los días en que esté en Italia para el G20, momento en el cual el argentino abordará con el norteamericano las principales cuestiones de la agenda internacional como el desarme global, el cuidado del planeta, los movimientos migratorios o la lucha común de ambos para promover la vacunación universal contra el coronavirus. Recientemente el pontífice fue noticia por haber despedido a seis guardias suizos que discutían la lógica de la obligación de la vacuna. Más agendas en común.

La geopolítica del pontífice quedó claramente plasmada por el líder de Podemos Pablo Iglesias en una conferencia donde explicó: “Por qué la derecha española tiene tantos problemas con el Papa Francisco”. El exvicepresidente español salió raudo a defender la jugada que corresponde a la tercera bola de la carambola de Bergoglio: se trata del pronunciamiento según el cual el Papa se disculpaba por la evangelización del continente americano en el Siglo XVI. Este guiño al socialismo indigenista ha deleitado a Iglesias que resaltó que “Francisco se atreve a decir específicamente que la economía dominante, que el capitalismo, mata y que tras esta economía se esconde, cito literal, el rechazo de la ética y el rechazo de Dios. Esto lo dice el Papa, que además reivindica el ecologismo político en una encíclica Laudato Sí, donde habla abiertamente de la ecología. Y además, por lo que respecta a España, el Papa defiende el diálogo en Cataluña, dice que quizás hay heridas históricas de los españoles del Siglo XX no cerradas y para colmo, ya hace pocos días pide perdón por la colonización y por el papel de la Iglesia en la conquista de México” explicó en éxtasis.

El pronunciamiento de Bergoglio en vísperas del 12 de octubre es crucial. Se trata de un áspero tema para el socialismo hispanoamericano que en esa fecha suele desplegar todo su paripé sobre la larga noche de los 500 años. Lo exótico es que esta postura esté apoyada por el líder de la Iglesia a la que se le atribuyen todos los roles malvados de la película. Pablo Iglesias sostuvo que Francisco es “enormemente interesante y extraordinario”, y coincidió con el Papa argentino en que “hay ideologías que defienden la autonomía absoluta de los mercados y la especulación financiera, y que esas ideologías son causantes de la desigualdad y que menoscaban el derecho de control de los estados encargados de velar por el bien común instaurando. Se atrevió a decir que el capitalismo mata y que tras esta economía está el rechazo de la ética y de Dios”. El ex vicepresidente debe haber sentido un embeleso místico con la agenda compartida con Francisco.

Tres mensajes del Papa en un abrir y cerrar de ojos, una carambola repleta de simbolismo en un hombre que ha ejercido un rol ideológico fundamental para el Socialismo del Siglo XXI. Tres posturas clave y una agenda común en uno de los momentos más convulsionados de la historia. Bergoglio por tres.

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