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una inmensa base de datos para afianzar su poder

Sistema Patria: la sofisticación del chavismo para controlar a la población

El 12 de noviembre de 2017 Nicolás Maduro hizo público el lanzamiento de un sistema online llamado “Patria”. Una plataforma destinada, según la narrativa oficial de aquel entonces, a ser “el mayor mecanismo de protección para las víctimas de la guerra económica”. Ese mismo día el tirano venezolano conminó a toda la población a inscribirse en esta red que, a final de cuentas, se ha configurado como una inmensa base de datos en línea para espiar y controlar a vastos sectores de la sociedad venezolana, con el objeto de afianzar al chavismo en el poder.

El pretexto para el lanzamiento de esta oprobiosa modalidad de manipulación política coincide con el relato inventado por el chavismo para justificar la debacle económica de un país con las reservas de petróleo más grandes del mundo y que hoy está en bancarrota.

La versión roja de los hechos adjudica la responsabilidad de la hecatombe a una artimaña de potencias mundiales -encabezadas por los Estados Unidos- consistente en dinamitar desde el exterior las finanzas del Estado venezolano, para así provocar una crisis que deponga a Maduro del poder. A eso el chavismo le ha bautizado como “guerra económica” contra Venezuela, y desde entonces se ha convertido en el chivo expiatorio utilizado por la tiranía para escurrir el bulto frente a un país que está sumergido desde 2014 en una recesión económica y que desde 2017 es azotado por la hiperinflación.  

En el fondo siempre se ha tratado de un mecanismo para hacer más dependiente a la población de las dádivas del Estado. La ecuación es sencilla: mientras más depauperada esté la sociedad venezolana, más dependiente será del big brother chavista, y por consiguiente será más fácil reinar sobre ella, ofreciéndole mendrugos. La escuela cubana ha enseñado mucho en 60 años al respecto, y el chavismo parece haber aprendido la lección al dedillo.

Este sistema online en realidad es hermano de un proceso igual de infausto, creado por Maduro a finales de 2016. Se trata del llamado “carnet de la Patria”. Una suerte de segundo documento de identificación nacional, paralelo a la cédula de identidad, inventado por el régimen para proporcionar beneficios a quien lo portase. De acuerdo con información del principal medio televisivo chavista, Venezolana de Televisión, para finales de 2020 había unos 20 millones de portadores de este documento.

En teoría la solicitud de este carnet remite a un hecho voluntario, por parte de quien quiera obtenerlo. Sin embargo, en los casi 5 años de vigencia que ya alcanza dicho mecanismo, no han faltado las denuncias de discriminación contra quienes no lo poseen (especialmente aquellos que laboran en la administración pública), tal y como en su momento lo señaló la Alta Comisionada de Derechos Humanos de la ONU, Michelle Bachelet.  

Con el sistema online “Patria” la cosa es tanto peor: aunque en principio también parecía tratarse de un sistema de afiliación voluntaria y complementaria a quienes decidiesen solicitar el mencionado carnet, progresivamente Maduro desplazó hacia esta plataforma web el pago del sistema de pensiones del país. De allí que la mayoría de los jubilados y pensionados venezolanos terminaron adscritos a este retorcido mecanismo para seguirle los pasos a los ciudadanos.

El asunto es sencillo: en Venezuela el pago por concepto de pensión de jubilación en abril fue de 1.400.000 Bs (menos de 0,5€). A quienes están afiliados al sistema en línea “Patria” se les concedió un “bono” de 2.900.000 Bs (cerca de 1€). Los usuarios de este mecanismo generalmente son bombardeados con propaganda política a través de los servicios de mensajería instantánea celular (SMS) y a través del propio site en internet, en el que se les indica que son “beneficiarios” de bonos.

Según los números oficiales, divulgados por la propia VTV en abril de 2019, Venezuela tenía para aquel entonces casi 5 millones de personas pensionadas.

Un asunto capital para captar “suscriptores” a este sistema fue la decisión de Maduro el año pasado de aumentar el costo del combustible para los automóviles, emparejándolo con el precio de venta al público que tiene, en promedio, en los mercados internacionales. Así un litro de gasolina en Venezuela pasó a costar cerca de €0,4, mientras que quienes estuviesen inscritos en “Patria” podían obtener el mismo combustible por cerca de €0,001 el litro.

Un pequeño detalle: aquellos que accediesen a la gasolina “subsidiada” por el Estado chavista solo pueden disponer de 120 litros al mes, teniendo además que hacer largas filas de por lo menos 3 horas frente a las estaciones de servicio cada vez que quieran rellenar sus tanques.

El disparate revolucionario ha alcanzado cotas más elevadas: entre el conjunto de “bonos” que otorga el mecanismo “Patria”, recientemente se ha dado a conocer el hecho de que se otorgaría un ingreso económico adicional a las personas que se sumen a la divulgación de las líneas de propaganda oficial del régimen, fundamentalmente a través de Twitter. El trabajo, en todo caso, consiste en posicionar etiquetas y replicar fake news de modo goebbeliano, a fin de dejar bien parado al chavismo en las redes sociales. Lo triste del caso es que los llamados “Tuiteros por la Patria” solo acceden a una bonificación que alcanza, a lo sumo, los 2€ mensuales.

Si bien la miseria es todo el trasfondo de esta pervertida operación que entremezcla tecnologías de la información, adoctrinamiento y control social, la pandemia no podía quedar por fuera de este macabro juego: hace algunos días se hizo público que en el estado Miranda (al centro norte del país) se comenzaría una jornada de vacunación contra el covid-19. Para sorpresa de pocos el sistema de selección de las personas que serían beneficiadas con la vacuna rusa Sputnik V, serían aquellas que estuviesen inscritas en el sistema Patria

La conclusión es sencilla: el chavismo ha configurado un mecanismo de control social que, aprovechando las ruinas de un país que otrora tuvo algunos niveles de prosperidad importantes, cada vez adquiere un mayor grado de sofisticación. No importa si se trata de los alimentos, de las pensiones, del acceso al combustible o de la posibilidad de vacunarse; el diabólico sistema Patria pretende terminar de doblegar a una población cada vez más impedida de valerse por sí misma.

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