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CRÓNICAS DEL ATLÁNTICO NORTE

¿Por qué exculpan a Hamás?

Manifestación en Barcelona de apoyo a Palestina. Europa Press.
Manifestación en Barcelona de apoyo a Palestina. Europa Press.

Hay quien se escandaliza al ver que, tanto en Europa como en Estados Unidos, hay miles de ciudadanos apoyando a Hamás en las calles. Algunos países europeos ya han prohibido estas manifestaciones, en España todavía no, porque entonces habría que prohibir las reuniones del Consejo de Ministros. En The Federalist, a Eddie Scarry no le sorprende: “Al parecer, a algunas personas les confunde que exista un número no pequeño de estadounidenses que apoyan abiertamente a los terroristas de Hamás o, al menos, tienen dificultades para encontrar algo malo que decir sobre ellos”, escribe, “no debería. Las mismas personas siempre logran ponerse del lado de todo lo que apesta, ya sea BLM, la brigada de pronombres o la multitud de ACAB, todo en nombre de la diversidad, la equidad y la inclusión”. “Todos sus objetivos son los mismos que los de Hamás”, zanja, “conseguir lo que quieren y, hasta que lo consigan, se supone que todos sufriremos, incluso mediante la violencia. Especialmente por la violencia”.

En First Thing, Steven Peter denuncia una nueva fascinación de ciertas élites estadounidenses seducidas por las tesis de Frantz Fanon, “el abuelo marxista de la teoría poscolonial”. El autor confirma que la cita de Fanon se cumple: “la descolonización es siempre un fenómeno violento”. “El abrazo de la izquierda a Fanon revela las consecuencias del abandono de nuestra herencia cristiana”, añade, “Fanon ha seducido a la izquierda para que abrace el resentimiento y considere a quien consideran colonizador como un sujeto que debe ser superado mediante el genocidio”. Analizando los letreros exhibidos en las universidades en respaldo a Palestina, el autor escribe: “Nuestros futuros responsables políticos piensan que la violación de mujeres jóvenes en una rave fue catártica. Nuestros académicos creen que asesinar a familias enteras es liberador”.

“Cuando Hamás mata y tortura a civiles, no lo hace porque haya leído a Fanon o porque quiera garantizar la paz y la justicia para todos”, señala Steven Peter, “Hamás mata a israelíes porque no acepta la igualdad política de musulmanes, cristianos y judíos. La existencia de un Estado israelí avergüenza a los fundamentalistas islámicos”. “Si bien es posible que estos académicos no participen directamente en la violencia de Hamas”, razona, “la celebran porque los desvalidos no pueden hacer nada malo. Incluso el genocidio está permitido. Que no te engañen. El poscolonialismo se utilizará para justificar la violencia en su propio vecindario” y debe ser “reprendido por lo que es: la política de Caín”, concluye “la ideología del anticristo”.

En The American Conservative, Sohrab Ahmari examina el papel de Irán en todo lo ocurrido, y cuenta su experiencia sintonizando en Twitter un “space” de iraníes, con académicos, ejecutivos y otras personas influyentes. Describe el ambiente como “apocalíptico”, “porque los oradores coincidieron en que el ataque de Hamás fue simplemente un presagio de una inminente batalla final entre Israel y las fuerzas de muqavemat, o resistencia, lideradas por Irán”. “La Tormenta de Al-Aqsa, según esta narración, fue el primer fruto de un esfuerzo iraní a largo plazo para reunir a todos sus representantes regionales –incluidos Hamás, Hezbolá y la Jihad Islámica Palestina– bajo un único mando unificado. Una fuerza así sería capaz de exprimir a Israel desde todas las direcciones, incluidos los ataques marítimos a través del Mediterráneo, como vimos durante el fin de semana. O eso esperan los iraníes. En realidad, es probable que hayan iniciado un incendio que quemará su posición regional hasta los cimientos antes de que se apague”, vaticina.

El asunto de Israel y Palestina parece haber sacado de su madriguera a todos los enemigos de Occidente, quizá porque no hay nadie al mando, ni en la UE ni en Estados Unidos, como defiende Jeffrey Lord en The American Spectator: “Comenzando con la desastrosa retirada de Afganistán, que marcó la presencia en la Casa Blanca de un presidente no muy brillante, la administración Biden ha demostrado ser una invitación para que los malos actores de la escena internacional se pavoneen. Ya sea Vladimir Putin invadiendo Ucrania o Hamás desatando la guerra contra Israel, sin duda nada de esto habría sucedido bajo la presidencia de Trump. Puede que a los líderes extranjeros les agradara o no Donald Trump, pero lo respetaban muchísimo. Y lo respetaban hasta el punto de tenerle miedo si hacían algo para enemistarse con él. Con razón”.

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