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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

El error Borrell o el riesgo de internacionalizar el desafío separatista catalán

Los políticos españoles están dispuestos a seguir perdiendo soberanía en favor de la UE aunque eso suponga un riesgo internacional

Echar balones fuera, desviarlos a Bruselas como si fuera la solución para todos los males, sigue siendo una costumbre de nuestros políticos. Parecen no haberse dado cuenta de que cada vez que la clase política les envía un problema, en lugar de afrontarlo en España, nuestro país pierde un poco más de su soberanía. Además, parecen ignorar que no resolver nuestros conflictos internos y pedir a otros que los solucionen por nosotros implica que entramos en un juego político internacional en el que tenemos mucho más que perder de lo que podemos ganar.
Esta vez ha sido el ex ministro José Borrell quien, mostrando una bandera de la Unión Europea, ha asegurado que “esta es nuestra estelada”. Y ha asegurado que no puede existir una Cataluña independiente porque no sería aceptada por la Unión Europea, a la que presentó como principal garante de la unidad de España.
Además de la pérdida de soberanía que supondría esta cesión, que solamente sería una más de una larga lista, internacionalizar el problema del separatismo catalán podría tener otras consecuencias para España.
La UE mantiene una fuerte confrontación con Rusia como consecuencia del problema de Crimea y las sanciones impuestas desde Bruselas a la economía del país presidido por Putin. ¿Alguien puede creer que no tomaría represalias contra la Unión reconociendo una supuesta independencia de Cataluña?
Sería darle a Rusia la excusa para que se posicionara en un conflicto que hasta ahora no interesaba en ese país. De esta manera, la hipotética república catalana tendría un importante socio internacional gracias a las políticas de intromisión de la UE en un conflicto interno ruso.
Pero no terminaría aquí la cuestión, otros países socios de Rusia se sumarían a ese reconocimiento: Venezuela e Irán serían los primeros. De esta manera, llevar el problema de los separatistas a Bruselas, como propone Borrell, sería darle oxígeno internacional al proceso de ruptura.
El problema del separatismo catalán, como el vasco, es un problema interno de España que solamente debe afrontarse desde el marco legal español, que da herramientas más que necesarias a nuestro Gobierno para que actue. No actuar es una decisión de unos gobernantes a los que les viene faltando valor desde hace años para parar una deriva separatista a la que no han querido enfrentarse para no tener que tomar decisiones difíciles.
Estos gobernantes tienen que tener claro que perder soberanía siempre es un problema, pero más en un caso como este en el que al desafío separatista que ya se vive se sumaría otro internacional.
 
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