«Los españoles solo obtendrán progreso y bienestar en el siglo XXI mediante unidad de objetivos, metas comunes y acción concertada», ha dicho.
El rey Felipe VI animó a los asistentes al Foro de Davos a invertir en una España competitiva que cumple la ley e instó a resolver las disputas políticas en Cataluña con el máximo respeto a la Constitución, que no es «un mero objeto decorativo», sino el pilar clave de la convivencia democrática.
En su intervención ante el plenario del Foro de Davos, que reúne en su 48 edición a unos 3.000 participantes, entre ellos 70 jefes de Estado y de Gobierno, el monarca subrayó que la «reciente crisis» en Cataluña ofrece como lección para todas las democracias del mundo la necesidad de preservar el imperio de la ley como piedra angular de la propia democracia y de respetar el pluralismo político.
Frente al «intento de socavar» en Cataluña «las reglas básicas» del sistema democrático, Felipe VI advirtió de que la soberanía nacional pertenece «a todos los ciudadanos» y de que el bienestar y el progreso no se lograrán con «aislamiento o división», tras recalcar que la Constitución es «la expresión misma de la voluntad» de los españoles y «merece el máximo respeto» de todos ellos.
En su discurso, recordó que el Índice de Paz Global sitúa a España entre las 19 «democracias completas» del mundo, detrás de la monarquía británica, y que la «causa nacional» de su transición democrática fue construir «una casa común para todos los españoles», que ha dotado a las Comunidades Autónomas de un amplio autogobierno «difícil de encontrar en otros países», dentro y fuera de Europa.
El 40 aniversario de la Constitución ofrece la oportunidad de reivindicar la «importancia duradera» del espíritu de entendimiento y solidaridad que proporcionó a España un periodo de paz, libertad y prosperidad sin precedentes, insistió.
Antes de abordar la crisis independentista en Cataluña, definió a esta región como «una parte verdaderamente fundamental del alma del país y su identidad diversa».
«Los desacuerdos y las disputas políticas deben resolverse de acuerdo con las reglas democráticas y los valores establecidos en nuestra Constitución y nuestro entramado legal», afirmó el monarca.
Los españoles, agregó, solo obtendrán progreso y bienestar en el siglo XXI mediante «unidad de objetivos, metas comunes, acción concertada y una estrategia lúcida con visión de futuro».
Felipe VI dedicó gran parte de su intervención en Davos a despejar dudas sobre el futuro de España, «un gran país» que, según argumentó, tras sufrir de forma los efectos de la última crisis, se ha convertido gracias a los esfuerzos compartidos y las reformas aplicadas en una economía «muy competitiva» y «una excepcional oportunidad de inversión».
A pesar de haber «motivo de preocupación en la UE» hace pocos años, continuó, España contribuye ahora positivamente al fortalecimiento de la Unión, después de crecer de forma sostenida durante tres ejercicios, de crear más de dos millones de empleos y de reducir el déficit público más de 70.000 millones de euros.
Puso de relieve asimismo el «tremendo dinamismo» de las exportaciones españolas, el crecimiento de las inversiones directas extranjeras en España, su excepcional red de infraestructuras y el liderazgo internacional de las empresas españolas en sectores como energía, finanzas, textil, transportes y telecomunicaciones.
En todo caso, precisó que la mejora de los datos macroeconómicos no sólo debe conducir a una «lucha efectiva contra el desempleo», sino también «reducir las diferencias económicas y la desigualdad social» para favorecer «la indispensable cohesión social con un crecimiento más inclusivo».
El monarca, que invitó a los asistentes al Foro a invertir en la «historia de éxito» de España, defendió igualmente las ventajas que ofrece su condición como «uno de los países más seguros del mundo», la «excelencia» de su industria turística y la importancia de su sistema de salud, «apreciado por turistas, migrantes y residentes extranjeros».
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