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Sin Sindicatura Electoral ni proclamación de resultados… ¿Es la negociación el plan B?

El presidente catalán, Carles Puigdemont (5d), y la alcadesa de Barcelona, Ada Colau (4d), han encabezado hoy una concentración con cientos de personas en la plaza Sant Jaume de Barcelona en protesta por las cargas policiales de ayer para impedir el referéndum sobre la independencia de Cataluña. EFE/Alberto Estévez

Una vez trasladados los resultados oficiales al Parlament, el Gobierno tiene 48 horas para proclamar la nueva república catalana. ¿Por qué no lo hace?

Horas después del cierre de colegios del referéndum ilegal celebrado en Cataluña el pasado domingo, el centro de prensa y propaganda ilegal del referéndum habilitado por Mediapro acogía una rueda de prensa.
El vicepresidente Oriol Junqueras, el consejero de Exteriores, Raül Romeva, y el portavoz de la Generalitat, Jordi Turull analizaban la jornada y anunciaban los resultados provisionales del referéndum.
Sí: 2.020.144 (90,09 %) // No: 176.565 (7,87 %)
En blanco: 45.586 (2,03 %) // Nulo: 20.129 (0,89 %).
Más allá del hecho de que el porcentaje total de estos primeros resultados suma un 100,88%, los resultados confirmaban, según el propio Carles Puigdemont, que el referéndum había triunfado. Un día después, este lunes, el mismísimo presidente autonómico confirmaba el carácter vinculante del referéndum y anunciaba su intención de seguir adelante con el plan previsto en la Ley del Referéndum. Y ahí vamos.
Esa norma -suspendida por el suspendida por el Tribunal Constitucional tras un recurso del Ejecutivo- sigue, en la delirante deriva del separatismo, en vigor y en ella se basa el referéndum de autodeterminación.
Observen un fragmento del texto:
“Artículo 4.4 Si en el recuento de los votos válidamente emitidos hay más votos afirmativos que negativos, el resultado implica la independencia de Cataluña. Con este fin, el Parlamento de Cataluña, dentro de los dos días siguientes a la proclamación de los resultados oficiales por la Sindicatura Electoral, celebrará una sesión ordinaria para efectuar la declaración formal de la independencia de Cataluña, concretar sus efectos e iniciar el proceso constituyente”.
Primeros problemas: el recuento de los votos “válidamente emitidos”. Suponemos que de ese resultado provisional habrán deducido tres papeletas del joven de Sociedad Civil Catalana que votó cuatro veces. También el voto por sistema informático de Michael Jackson y algunos de los que se realizaron en plena calle sin responsable alguno de urna.
Pero, sobre todo, observen el problema de la Sindicatura Electoral. La encargada, según reza la ley (artículo 18.12 y 18.13), de “efectuar el escrutinio general y certificar los resultados electorales oficiales y ordenar su publicación oficial”. Vaya, tenemos un problema… Que no hay Sindicatura Electoral.
El viernes 22 de septiembre los miembros titulares y suplentes de la Sindicatura Electoral de Catalunya y de las sindicaturas de demarcación presentaban escritos de renuncia ante el Tribunal Constitucional (TC), después de que el órgano judicial advirtiera a los síndicos con la imposición de multas diarias.
Entonces, ¿a quién corresponde la proclamación de resultados oficiales? ¿Será por eso por lo que, más de 48 horas después del 1-O, no hay traslado al Parlament? Puede ser por eso, o también por el hecho de que, una vez dado traslado de esos resultados, el Gobierno de Puigdemont estaría obligado, según su propia ley, a proclamar en no más de dos días la nueva república catalana. ¿Por qué no lo hace?
No hay una respuesta oficial, pero si unimos a estos hechos algunos ‘rumores’, como el filtrado el lunes desde el Instituto de Estrategia, podemos alcanzar alguna conclusión. Según este think tank no habrá DUI (Declaración Unilateral de Independencia), pese a la oposición de las CUP y de ERC, sino la apertura por parte del Gobierno catalán de un periodo de seis meses de diálogo intenso, a todos los niveles, con el Gobierno central, “de cara a lograr un acuerdo ventajoso para ambas partes en el proceso negociador”.
Ahora recordemos las primeras palabras de Mariano Rajoy en su comparecencia nocturna el 1-O. “La puerta del diálogo sigue abierta”. ¿Les suena a negociación?
Por ahora, y sin una respuesta para esta pregunta, lo que vemos es que Cataluña sigue en manos de un Gobierno declarado en rebeldía ante las resoluciones del Constitucional español y que una policía autonómica que ha desobedecido las órdenes judiciales sigue con su máximo responsable, José Luis Trapero, al frente y sin, en apariencia, castigo alguno. Saquen sus propias conclusiones.
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