La Unión Europea no ha conseguido los objetivos con los que se creó hace ya 60 años. Los últimos tres años han marcado un antes y un después en la macro-institución tras la crisis de los refugiados y tras el ataque a la redacción del semanario Charlie Hebdó que dio origen a una nueva oleada de atentados yihadistas en Europa.
Sin embargo, no son los únicos retos a los que ha tenido que enfrentarse Bruselas tras el estallido de la crisis financiera. La multitud de voces críticas que llegan desde los Estados miembro así como la decisión de Reino Unido de decir adiós a la institución amenazan con tener un efecto ‘réplica’ en el resto de los países.
De hecho, ya está ocurriendo. Representantes políticos de Italia, Holanda, Francia o Austria, -entre otros muchos-, ya han mostrado su intención de llevar a sus países hacia un referéndum que permita a la ciudadanía decidir si continuar o no dentro de la Unión Europea. Es más, parece que por el momento están consiguiendo el apoyo de los europeos a juzgar por los históricos resultados conseguidos en los últimos comicios.
La líder del Frente Nacional y una de las caras más visibles de la conocida derecha alternativa, Marine Le Pen, consiguió llegar a la segunda vuelta y enfrentarse a Emmanuel Macron, marcando nuevamente un máximo en la lista de resultados obtenidos por su formación desde la creación, a manos de su padre, del partido en 1977. También ocurrió lo mismo en Holanda de la mano del líder del PVV, Geert Wilders, o del FPÖ austríaco, Norbert Hofer.
Sin embargo, este movimiento y este discurso que apuesta por una redefinición completa de los términos del contrato entre el Estado miembro y la Unión Europea no sólo es el imperante en partidos que todavía no han conseguido llegar al poder. Los dirigentes de Polonia, República Checa, Eslovaquia y Hungría, –países que han conformado la alianza conocida como ‘Grupo de Visegrado’-, también han mostrado sus reticencias al funcionamiento actual de la UE e incluso han lanzado un documento en el que presentan sus iniciativas para que esta situación cambie por completo.
El objetivo principal es el de recuperar las competencias perdidas en favor de Bruselas, sobre todo, en dos términos: política fronteriza, y política de Defensa. En primer lugar, tras la decisión de Bruselas de imponer un sistema de cuotas de acogida de refugiados después de que Angela Merkel entonara el conocido ‘Refugees Welcome’. El segundo, por la necesidad de las naciones de imponer un mayor control ante los últimos atentados yihadistas y de poner fin al espacio de libre circulación Schengen que ha permitido a varios terroristas campar a sus anchas por Europa antes o después de perpetrar sus atentados.
No son los únicos retos a los que se enfrenta a medio-largo plazo. También los intentos de Turquía por entrar en la Unión Europea o la tensión entre Corea del Norte y Estados Unidos o la negociación con Reino Unido son otros factores que amenazan con desestabilizar a Bruselas.
La UE reconoce, -pero siempre de forma indirecta-, sus fallos
La institución se sometió a un profundo ejercicio de reflexión el pasado marzo antes de que se conmemorara el 60 aniversario del Tratado de Roma. En el conocido como ‘Documento Blanco’, el Parlamento Europeo reconocía haber perdido la confianza y la legitimidad de la ciudadanía. Por ello, dibujaba cinco escenarios de futuro en los que, en teoría, pelearía por implementar la integración a nivel político entre los Estados miembro y Bruselas.
Sin embargo, tres de ellos no dejaban de ser una copia del actual funcionamiento de la Unión e incluso apostaban por incrementar sus competencias en detrimento de las del resto de los países. Aún así, sí que insistían en la necesidad de crear una agenda de prioridades entre todos los Estados miembro y por implementar el consenso en la toma de decisiones.
Será este miércoles cuando todos estos escenarios, retos y problemas se pongan sobre la mesa en el debate sobre el estado de la Unión Europea.
El presidente de la Comisión Europea, Jean Claude Juncker comparecerá ante el Parlamento Europeo reunido en sesión plenaria desde Estrasburgo no sólo para hacer balance sino también para presentar el nuevo curso político. Después los líderes políticos serán los encargados de destacar los desafíos y las perspectivas de la macro institución.
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