En la resaca de las presidenciales, primero, y legislativas, después, una encuesta viene a subrayar la extraña desconexión que parece afectar a los electores en Francia. Macron ganó la presidencia frente a Le Pen y, en las legislativas, aunque la coalición del presidente, Juntos, no logró la mayoría absoluta, sí fue la formación más votada, seguida por la heterogénea coalición de tribus radicales encabezada por Mélenchon, NUPES.
Macron es la marca blanca del globalismo, ha cumplido ya un mandato y ha dejado claro que contener la inmigración masiva no es exactamente su prioridad, más bien lo contrario. Mélenchon, por su parte, es un entusiasta de lo que cada vez más gente llama «sustitución poblacional», y entre ambos dominan una amplísima mayoría de la Asamblea.
Y aquí viene la paradoja: en las pasadas elecciones, y desde hace ya años, el asunto principal, en gran punto de cualquier programa, es la inmigración, el fenómeno que más rápida y profundamente está cambiando la «cara» de Francia. Solo dos partidos, la Agrupación Nacional de Le Pen y Reconquista de Éric Zemmour, tienen como oferta política esencial revertir esta tendencia, de donde debería deducirse que una mayoría de los franceses está suficientemente satisfecha de la situación actual de reemplazo. Y, sin embargo, según una encuesta del Instituto CSA para CNEWS, revelada el pasado jueves, el 65% de los franceses cree que hay demasiada inmigración en Francia.
Aunque no se refleje mayoritariamente en las urnas, un 65 por ciento de los franceses opina que se trata de una cuestión grave. En concreto, el 30 de los encuestados cree que «sí, absolutamente», hay demasiada inmigración en Francia, y el 35 por ciento “sí, más bien”. En el campo contrario, el 11% piensa que “en absoluto» hay demasiada inmigración, y el 24 «no, más bien no».
La encuesta muestra una importante brecha de percepción según la edad de las personas encuestadas. De hecho, el grupo de edad de 18 a 24 años es el único que no piensa que haya demasiada inmigración en Francia (60 por ciento dice «no»). Por otro lado, el 72 por ciento de las personas de 50 a 64 años cree lo contrario. La gran brecha aparece entre los jóvenes de 25 a 34 años, especialmente alarmados por el cambio radical en la composición demográfica de su país (un 69 por ciento dice que hay mucha inmigración).
En cuanto a los resultados obtenidos al tener en cuenta la proximidad política de los encuestados, la división izquierda-derecha es claramente visible. Más del 60 por ciento de los simpatizantes socialistas (65 por ciento) y ecologistas (62 por ciento) piensan que no hay demasiada inmigración en Francia. Más sorprendente, la respuesta entre los votantes de La Francia Insumisa, el partido de Jean-Luc Mélenchon, es mucho más ajustado, y solo un poco más de la mitad, el 51 de sus votantes, coincide con sus aliados en Nupes en relativizar la amenaza migratoria.
En el centro, los cercanos al partido del presidente, Renacer, (antes, La República en Marcha) piensan que hay demasiada inmigración en un 59 por ciento. A la derecha, la cifra alcanza el 95 por ciento para los simpatizantes de Los Republicanos, la derecha convencional gaullista de posguerra, y es del 100 por ciento para los de Reconquista y Agrupación Nacional.
