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LA IZQUIERDA CANCELA A LAS VÍCTIMAS DE LA SHARÍA

‘En Occidente me dicen que si comparto mi historia causaré islamofobia’: una iraní denuncia la complicidad con el islam

Fotografía compartida por Masih Alinejad en sus redes sociales. Twitter: @AlinejadMasih
Fotografía compartida por Masih Alinejad en sus redes sociales. Twitter: @AlinejadMasih

La complicidad de la izquierda occidental con el islam provoca, desde hace años y cada vez con más fuerza, la cancelación de todo discurso que rompa el relato progresista, incluso en los casos en los que ese discurso denuncia la violación de Derechos Humanos.

En apenas unos años, la corrección política ha provocado que se haya pasado de denunciar y perseguir las políticas islamistas que, sobre todo, vulneran los derechos de las mujeres, a la complacencia con estas políticas y a la censura de todo aquel que quiera denunciarlas. Frente a la cultura de la cancelación, todavía hay valientes, pocos, que se atreven a levantar la voz y exigir el lugar que a la denuncia de la represión islámica le corresponde, y urge, tener en el debate social.

Una de esas valientes ha sido, y lo es desde hace hace dos décadas, la activista Mashi Alinejad. La también periodista, que actualmente vive exiliada en Estados Unidos, ha compartido un vídeo en su cuenta oficial de Twitter en el que denuncia cómo la corrección política y la complicidad izquierdista con el islam ha provocado que las mujeres que han sido víctimas de esta religión y de la aplicación de la ley islámica — la Sharía– en sus países de origen, no puedan denunciar la opresión y torturas que han vivido.

«En Occidente me dicen que si comparto mi historia causaré islamofobia«, denuncia Alinejad mientras se desprende del hiyab, la prenda islámica que es obligatoria en buena parte de los países de Oriente Medio y que simboliza la sumisión de las mujeres a los hombres. «En Irán me decían que si me quitaba el hiyab dios me colgaría del pelo, que me expulsarían del colegio, que me darían latigazos y me meterían en la cárcel (…) que si me violaban era mi culpa», detalla la activista en denuncia de la brutal opresión que viven las mujeres en los países musulmanes que aplican la Sharía.

«Soy una mujer de Oriente Medio y tengo miedo de las leyes islámicas. Tengo miedo de todas las brutalidades que he vivido», explica Alinejad. «La fobia es un miedo irracional, pero mi miedo y el de millones de mujeres que viven bajo la Sharía en Oriente Medio es racional», reclama la iraní en referencia a aquellos que en Occidente la acusan de fomentar la islamofobia al contar su experiencia. «Así que, dejadnos hablar», exige.

La cancelación de las víctimas y la normalización del hiyab

La denuncia de Masih Alinejad hace referencia a una situación cada vez más habitual en Occidente. Ya no está bien visto criticar la represión islamista, no es «correcto».

Así, en el pasado mes de noviembre, Canadá canceló la participación de la activista y premio Nobel de la Paz Nadia Murad en un evento para estudiantes porque, según la Junta Escolar de Toronto, su intervención podría «fomentar la islamofobia». Murad fue capturada por el Estado Islámico en Irak y Siria (ISIS) en 2014. Fue esclava de los yihadistas en Mosul, que también la torturaron y violaron, hasta que, unas semanas después de su captura, pudo escapar y y llegar al campamento de refugiados de Duhok, en el Kurdistán iraquí.

La cancelación del relato, la censura de la denuncia de las víctimas coincide con la normalización en Occidente de símbolos de represión en Oriente Medio como el hiyab. Una normalización ideada y orquestada por Instituciones internacionales como la Unión Europea.

En el mismo mes en que Canadá decidió censurar a Murad, la UE impulsó y financió una campaña para normalizar el uso del velo islámico en el continente con lemas como «La belleza está en la diversidad como la libertad está en el hiyab»; «Celebra la diversidad y respeta el hiyab”; y “Mi pañuelo, mi elección”. La iniciativa fue retirada tras el contundente rechazo que recibió de buena parte de la sociedad.

Sin embargo, el hiyab está muy lejos de la libertad a la que se referían los burócratas del bloque comunitario con la, afortunadamente, retirada campaña. Según la Sharía, la mujer está obligada a esconder su belleza de los que no son su “Máharim”, su marido. Quienes no lo sean no pueden verlas, tampoco saludarlas, ni siquiera quedarse a solas con ellas.

La ley islámica no solo obliga a vestir el hiyab, también obliga a las mujeres musulmanas a casarse solo con hombres que practiquen el islam, las prohíbe divorciarse sin el consentimiento de sus maridos y las castiga con la muerte por azotamiento o lapidación si cometen adulterio.

El vídeo de Alinejad ha recibido ya casi 600.000 reproducciones y miles de personas han compartido su denuncia. Mientras Gobiernos e Instituciones respaldan la represión en los países musulmanes a través de la complacencia y el silencio en Occidente, las redes sociales se han convertido en una de las principales armas, casi la única, para la reivindicación de estas mujeres.

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