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DE CARA A LOS COMICIOS FRAUDULENTOS DE NOVIEMBRE

El dictador Daniel Ortega enfila ahora sus cañones contra la Iglesia Católica

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El tirano nicaragüense Daniel Ortega. 19 Digital

“Algunos curas son hijos del demonio”, afirmó el dictador Daniel Ortega. Son “hijos del diablo”, ratificó Rosario Murillo, esposa del dictador y vicepresidenta de Nicaragua. Así se expresan públicamente los cabecillas del régimen sandinista contra obispos y sacerdotes nicaragüenses, lo que supone una nueva escalada de agresión contra la Iglesia Católica, a la que la dictadura acusa de haber apoyado las protestas de abril de 2018.

La reacción de Ortega y Murillo se origina tras el mensaje de la Comisión de Justicia y Paz de la Arquidiócesis de Managua publicado el 10 de agosto, en el que se pronuncia sobre el encarcelamiento contra opositores y los derechos cercenados contra el pueblo para elegir en las próximas elecciones presidenciales.

«El pueblo nicaragüense, que tiene derecho a optar por diferentes opciones políticas, se encuentra impedido de expresar sus simpatías votando en las elecciones de noviembre para elegir a las máximas autoridades del país porque los candidatos de la oposición han sido forzosamente excluidos de la contienda al privarlos de libertad y quitarles sus derechos ciudadanos», subraya el mensaje.

“Los sucesos políticos que se han venido dando en el país durante los últimos meses han generado entre la población sentimientos de frustración, impotencia y dolor porque en un año electoral se ha producido la encarcelación de precandidatos y candidatos a la presidencia y la vicepresidencia de la República, así como de dirigentes y activistas políticos y periodistas; a lo que se suman amenazas a nuestra Iglesia Católica, ofensas a sus sacerdotes y obispos, limitaciones a la visa o la residencia de sacerdotes extranjeros, hostigamientos a los feligreses y otras acciones ilegales e intimidantes”, señala el mensaje a la nación.

Tras los nuevos ataques el arzobispo metropolitano Leopoldo José Brenes reconoció que Nicaragua vive momentos difíciles. “Nuestra patria está viviendo momentos bastante difíciles, ya sea a nivel político, a nivel social, a nivel económico, a nivel de las familias, a nivel internacional”, dijo el cardenal.

Murillo, en una actitud opuesta a los hechos, acusó a los obispos de apoyar “crímenes de lesa humanidad”, pese a que el régimen ordenó disparar contra civiles durante las protestas y mantiene el control del Ejército, la Policía y grupos paramilitares, y ha sido señalado de crímenes de lesa humanidad por organismos nacionales e internacionales de derechos humanos debido a la brutal represión que dejó 328 muertos, más de 2.000 heridos y centenares de encarcelados que han sido sometidos a crueles torturas.

«Perdemos la confianza en una institución que no nos defendió como hijos de Dios a todos, que más bien defendió crímenes de lesa humanidad, por eso dice el comandante [y] yo digo con toda razón y con mucho dolor lo decimos, [son] hijos del diablo» dijo la esposa de Ortega.

Una fuente vinculada a la iglesia, que prefirió no ser identificada debido a la represión del régimen, dijo que las acciones de Ortega revelan desesperación porque a su juicio la caída del régimen “no esta muy lejos debido al manejo por el que llevan al país. Más cuando agreden a una institución que tiene más de 2.000 años y ha visto pasar el ataúd de todos sus enemigos frente a ellos”, apuntó.

El diputado oficialista y operador del régimen Wilfredo Navarro, amenazó a la Iglesia Católica.

“Como sotanudos políticos se atrevieron a decir que no vayan a votar el 7 de noviembre. Habría que analizar si no tiene connotaciones de carácter penal, porque vos podés decir: “no voy a votar”, pero decirle a la gente eso es un delito electoral. Al decir que no vayan a votar están por la opción de la guerra y la violencia”, a juicio de Navarro.

El cardenal Brenes dijo que van a enfrentar la situación.

«Lo vamos a afrontar a como ya se afrontó en el pasado. Ya en los 80 vivimos situaciones bastantes difíciles, pero el problema es que la iglesia no está llevada por hombres. Nosotros solamente somos instrumentos, la iglesia animada, fortalecida por el Espíritu Santo», afirmó.

Para la fuente vinculada a la Iglesia el mensaje del clérigo es claro y preciso. “La respuesta que dio el cardenal Brenes fue que estamos listos para vencer”, dijo.

Durante la primera dictadura sandinista (1979-1990) la Iglesia fue perseguida, obispos fueron expulsados del país y el papa Juan Pablo II fue abucheado por fanáticos sandinistas durante su visita a Nicaragua el 4 de marzo de 1983. Periodistas que dieron cobertura al Papa aseguran que el ahora santo estuvo en peligro de muerte durante la misa celebrada al aire libre en Managua.

Tras el estallido de abril, la represión contra la iglesia ha ido escalando y ha sido objeto de actos criminales del régimen. El 14 de julio de 2018, la parroquia Divina Misericordia fue atacada durante 15 horas con armas de guerra por la Policía y paramilitares organizados y financiados por el régimen sandinista. Ahí se refugiaron estudiantes que participaban en las protestas.

El asalto dejó un estudiante muerto de un disparo en la cabeza y varios heridos. La Iglesia medió para evitar más derramamiento de sangre, mientras las paredes de la parroquia quedaron perforadas por las balas.

Obispos y sacerdotes han recibido agresiones y constantemente son amenazados de muerte por paramilitares y fanáticos del sandinismo.

En diciembre de 2018, una mujer lanzó ácido en el rostro del vicario de la Catedral de Managua, Mario Guevara, causándole severos daños. La autora del atentado, de nacionalidad rusa fue liberada al poco tiempo.

En agosto del 2020, un desconocido ingresó a la Catedral de Managua y lanzó una bomba contra la imagen de la Sangre de Cristo dejándola totalmente calcinada.

Para el obispo de la diócesis de Matagalpa, monseñor Rolando Álvarez, uno de los obispos más críticos del régimen, Nicaragua se encuentra en una lucha encarnizada entre el bien y el mal.

“Es una fuerza descontrolada y aparentemente devastadora, infernal que con su cola quiere barrer con la historia, imperar e imponerse en la historia cerrando toda puerta o ventana de esperanza”, dijo Álvarez durante la homilía dominical.

El prelado exhortó a los nicaragüenses a no perder las esperanzas.  

“Hoy nos subimos a los tejados para gritar sin miedo que el pueblo nicaragüense está vivo y seguirá vivo, porque es un pueblo que cree, que lucha, que trabaja por su dignidad. Gritar sin miedo porque somos dignos, somos libres y no tenemos miedo. Seguiremos esperando, trabajando por nuestra paz y nuestra libertad. Seguiremos repitiendo que Cristo nos liberó porque la esclavitud ya terminó. Las cadenas ya han sido rotas. Somos un pueblo capaz de resurgir hasta de las cenizas, porque la libertad viene del pueblo. No es una dádiva ni un regalo de nadie, ni es algo que puedan quitar ni el poder ni la explotación”, dijo monseñor Álvarez. 

A menos de tres meses de los comicios en Nicaragua la crisis se agudiza. Ortega participará en las elecciones sin competencia para reelegirse, con más de 150 presos políticos, siete de ellos aspirantes presidenciales, tres partidos políticos inhabilitados y con líderes políticos en el exilio.

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