«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
La Gaceta de la Iberosfera
Buscar
Cerrar este cuadro de búsqueda.
EL PAÍS PUEDE TOMAR UN CAMINO SIN RETORNO SI ELIGE AL CANDIDATO DE IZQUIERDA

Petro esboza un programa político que pone en riesgo la economía, la cohesión social y la democracia en Colombia

El candidato de extrema izquierda Gustavo Petro. Reuters
El presidente electo de Colombia, Gustavo Petro. Reuters

Según la última encuesta de intención de voto revelada por la revista Semana, el candidato de “Colombia Humana”, el izquierdista Gustavo Petro, no solo se mantiene como puntero, sino que sube dos puntos frente a la última encuesta del año pasado. Se consolida en segundo lugar el exalcalde de Bucaramanga, Rodolfo Hernández, y aparece por primera vez en tercer lugar Ingrid Betancourt, candidata del partido verde oxígeno que recientemente anunció su salida de la coalición “Centro Esperanza”, en empate técnico con el exgobernador de Antioquia Sergio Fajardo. El asunto llama la atención, pues los encuestados suelen expresar mayoritariamente que votarían por un candidato de derecha y hasta el momento ninguno de los propuestos para ganar las elecciones presidenciales se asume como tal.

Petro mantiene desde el año pasado que no divide hoy la política entre derechas e izquierdas, alegando que eso era propio del debate en el siglo XX, cuando él era un joven de izquierda militante y se enlistó en el movimiento guerrillero M-19, responsable, entre otras cosas, del magnicidio de los magistrados de las altas cortes en noviembre de 1985, cuando en un acto terrorista tomaron el Palacio de Justicia. Alega ahora que hoy “hay dos grandes campos que son la política de la vida y de la muerte”, alegando que él representa la primera. Olvida que el M-19 es responsable de gravísimos crímenes en contra de la sociedad colombiana y que él fue uno de los promotores del grupo “Primera línea”, cuyos líderes hoy enfrentan procesos penales por su actividad violenta durante el paro nacional de 2021. 

Petro, además, ha recibido en su movimiento del “Pacto Histórico” a dirigentes políticos que otrora eran representantes del uribismo, como los senadores Roy Barreras y Armando Benedetti, integrantes de la coalición de Gobierno entre 2002 y 2010, cuando el jefe del estado era Álvaro Uribe Vélez, periodo en el que según Petro se cometieron todo tipo de crímenes contra la humanidad. ¿Por qué entonces se rodea de quienes acompañaron ese gobierno hasta el final?

Se niega a aceptar que es gracias a las garantías electorales que se establecieron en el primer gobierno de Uribe que hoy los partidos de la oposición pueden acceder a la financiación estatal de sus campañas a la presidencia. Se triplicaron los recursos para el sostenimiento de los partidos políticos y se establecieron límites a la contratación pública y a la creación de cargos en la burocracia en época electoral. 

Como si fuera poco, Petro hoy es senador de la república por haber quedado segundo en las elecciones presidenciales de 2018, pues así quedó contemplado en el estatuto de la oposición, promovido activamente por el senador conservador Eduardo Enríquez Maya (q.e.p.d.) y que también garantiza una curul en la Cámara de Representantes para el candidato a la vicepresidencia de la fórmula correspondiente. Su partido, como todos los que se declaren en oposición, reciben un 5% adicional de la partida asignada al Fondo Nacional de Financiación Política, como parte de los recursos para su funcionamiento, entre otras cosas que contempla la ley 1909 de 2018, mediante la cual se adoptaron las garantías para la oposición. 

Como candidato de la izquierda más radical, Petro ahora resulta proponiendo acabar con el sistema que le ha ofrecido suficientes garantías para consolidar su actividad política, lo que genera sospecha sobre lo que podría pasar si llega a ser jefe del estado. Critica a Nicolás Maduro y sugiere que Chávez se desvió al final de sus días, pero lo cierto es que esas garantías que hoy la legislación colombiana le ofrece, podrían desaparecer en un gobierno de izquierda radical, tal como desaparecieron en Venezuela, Nicaragua y hace 63 años en Cuba.

Importantes avances en seguridad energética, exportaciones, crecimiento económico, equidad en el cobro de servicios públicos, seguridad para la inversión, derechos de la oposición política, libre expresión, entre otros importantes asuntos, podrían desaparecer si se sigue el camino de los regímenes estatistas que ven en toda iniciativa privada y en el capitalismo el origen de todos los males. Ya lanzó su propuesta de acabar el sistema de estratos, que entre otras cosas obliga a que quienes viven en sectores más caros de una ciudad, subsidien los servicios públicos de quienes viven en sectores deprimidos. El empresario Mario Hernández le respondió vía Twitter: “No lo dudo, todos estrato uno”, haciendo alusión al estrato al que pertenece la población más pobre. 

También promete cambios en las Fuerzas Armadas, fin de la exploración petrolera, incrementos al salario mínimo hasta de cuatro veces la inflación (criticó el incremento del 10,07% y sugirió que debió ser superior al 18%), obligar a las empresas a repartir las utilidades entre sus trabajadores, establecer programas de transferencias para que los atracadores reciban del estado un sueldo y así dejen de robar en las calles, entre otras tantas cosas que sencillamente no tienen un hilo conductor, pero encienden la llama populista, siempre tan presente en América Latina.   

No hay que permitir el engaño. Petro es un candidato de izquierda radical, un admirador de Fidel Castro, del Che Guevara, Hugo Chávez y Juan Domingo Perón. Las líneas que esboza de su programa son imposibles de pagar, sin hacer una reforma tributaria para subir impuestos de manera exorbitante, no solo a los cuatro mil más ricos como sugiere. 

Colombia puede tomar un camino sin retorno. No solo está en juego la economía y la cohesión social, sino la democracia misma, esa que ya no existe en Nicaragua, Venezuela y Cuba.

.
Fondo newsletter