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La designación de Francia Márquez le deja aislado

Petro se queda sin posibilidad de alianzas para la eventual conformación de un Gobierno

El candidato izquierdista a las presidenciales colombianas, Gustavo Petro. Reuters

Aunque hay quien pudiese pensar que todo está dicho y las cartas están completamente echadas en la elección presidencial de Colombia, con un Gustavo Petro que ha sido presentado habitualmente como favorito en las encuestas, y un país que está al borde del precipicio sin posibilidad alguna de salvación, lo cierto es que aún queda mucho camino por recorrer de cara al 29 de mayo y la consabida primera vuelta que está estipulada a realizarse ese día.  

Esta semana el nombramiento de la ambientalista Francia Márquez como vicepresidente de Petro ha dejado entrever que, en primer término, el Pacto Histórico no entraña una unidad tan monolítica como se piensa y, a renglón seguido, que a la alianza política de la extrema izquierda colombiana le va a costar mucho llegar a pactos con otras formaciones e individualidades del elenco político de la nación sudamericana. Negociaciones que, bien sea para buscar ganar la elección, o bien para intentar darle forma a un eventual gobierno –si es que la logran ganar– van a ser indispensables para sacar adelante una hipotética presidencia de Petro.

La designación de Márquez como segunda a bordo de la fórmula presidencial izquierdista no fue un camino de rosas, como pudiese pensar un lector desprevenido. El medio El Colombiano reseñó que para que la líder procedente del Cauca fuese apuntalada como la vicepresidente de Petro tuvieron que mediar reuniones y discusiones en el seno interno del Pacto Histórico. Esto debido a que el propio Petro era reacio a otorgarle dicha posición a Márquez. Designación que probablemente terminó haciendo porque, contra todo pronóstico, Márquez obtuvo casi 800.000 votos en la consulta interna del Pacto Histórico el 13 de marzo pasado.

De acuerdo con el criterio del exguerrillero lo procedente era ofrecer la vicepresidencia a algún partido o líder externo a la alianza configurada en torno al llamado Pacto Histórico. Petro, que se puede vender como muy antisistema y enemigo del establishment político colombiano, ya ha corrido en dos campañas presidenciales previamente y sabe que, aunque duela, a veces hay que tragar grueso y buscar hacer alianzas que pesquen votos y apoyos (de toda naturaleza) más allá de la zona de confort izquierdista.

En ese trance los medios colombianos habían alimentado una intensa polémica a propósito de una eventual alianza del candidato del Foro de Sao Paulo y el Grupo de Puebla con el expresidente César Gaviria y, por consiguiente, con el añejo Partido Liberal Colombiano (Una formación que en realidad orbita en torno al centro-izquierda y forma parte de la Internacional Socialista). Los liberales salieron bien parados de la elección parlamentaria del 13 de marzo, en donde conquistaron 15 bancas en el Senado y 32 en la Cámara de Representantes (allí incluso son la primera fuerza partidista).

Sin embargo, todo se derrumbó cuando se hizo oficial en nombramiento de Francia Márquez, dado que Gaviria decidió marcar distancia con el proyecto de Petro, al menos de momento. Esta líder, que al parecer se ha ganado a pulso una imagen que le asocia a posiciones incluso más radicales que las de Petro, ahuyentó cualquier posibilidad de entente con el expresidente liberal y los suyos. Quizá porque Márquez en el pasado había dicho lo peor del propio Gaviria, asociándole a los terribles males del “continuismo” del establecimiento político colombiano, o quizá porque Gaviria esperaba que el ofrecimiento de dicha presidencia fuese a dar a manos de algún amigo de la causa liberal. Quién sabe.

“No tengo nada contra el Partido Liberal. Yo lo que he dicho es frente a César Gaviria, que es más de lo mismo y lo reitero. Siento que él no aporta nada a la transformación de este país. Como persona, siento que su acción política en la larga historia política de este país, no ha contribuido a dignificar la vida, no ha contribuido a lograr la paz”, fueron las palabras que le dedicó Francia Márquez a Gaviria en una entrevista publicada por la revista Semana.

El caso es que al día de hoy Petro no tendría mayoría en ninguna de las dos cámaras del parlamento colombiano, ni está en vías de construir una coalición con otros factores con la suficiente representación allí como para procurarle una base de sustentación a un eventual gobierno suyo, si es que llega a ganar la elección. Con la estocada propiciada por Gaviria esta semana, el panorama se complica para el candidato izquierdista.

Si Gustavo Petro quisiera emprender un proyecto revolucionario, con un enfoque transformador radical, la tendría complicada al encontrarse en el Congreso al Centro Democrático, el Partido Conservador, el Partido Liberal, el Partido de la U, MIRA y otras formaciones políticas que le complicarían el intento de convertir a Colombia en la nueva sucursal de la izquierda chavista.

Pero más allá está el mero asunto de la elección: con la designación de Francia Márquez, Petro parece haber quemado –queriéndolo o no– los puentes para construir una alianza con alguna maquinaria partidista que le permitiría buscar los votos que se ubican más al centro del electorado colombiano. Aunque claro, siempre hay que tener en cuenta que, más que izquierdas o derechas, la votación de Petro se ha nutrido tradicionalmente de un importante componente antisistema, terreno en el que su ahora segunda a bordo parece pescar relativamente bien.

No todo está perdido. En Colombia aún hay partido por delante y, de momento, al petrismo no le han salido todos los números de la lotería.

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