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Fernández se somete en las PASO que aborrece a la primera evaluación de su gestión

Primarias Obligatorias, el engendro creado por el kirchnerismo se vuelve en contra de los Fernández

La vicepresidente (dos veces presidente), Cristina Fernández de Kirchner y su valido, el presidente de Argentina. Alberto Fernández (Eva Cabrera / Latin America News Agency)

¡¡Renunciá!! 

Le espetó Nestor Kirchner a su esposa Cristina la fría noche de junio de 2009 en la que el kirchnerismo perdía las elecciones legislativas de medio término. La ira y el desconcierto invadían el piso 19 del Hotel Intercontinental en el que se había instalado el búnker oficialista para seguir el escrutinio. 

Hemos perdido por muy poquito -balbuceaba grogui a las 2 de la mañana, frente a la prensa, al reconocer la derrota— Hemos perdido por 1,5 o 2 puntos

Néstor no entendía qué pasaba, la caída era impensada, lo agarró de sorpresa. Cristina, en cambio, no estaba tan abrumada por los números en el Congreso, como por el hecho de que algo así le pudiera pasar en la llave de su reelección en el 2011. Así fue como, para evitar estas sorpresas y servir a los intereses del corto plazo kirchnerista se comenzaron a delinear las PASO.

Hoy, casi una docena de años más tarde, la cuarta gestión kirchnerista no sabe qué hacer con ese engendro producto de ánimos febriles. Las PASO (Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias) fueron utilizadas por primera vez para la reelección de Cristina Fernández, reciente viuda de Kirchner, en 2011. Desde ese momento, la forma de hacer elecciones cambiaron en Argentina. Las PASO obligan a los votantes a participar de las primarias de los partidos, tengan o no afiliación. Todos los ciudadanos deben elegir en alguna interna, cualquiera, la que se les ocurra. Una barbaridad que permite que los electores de un partido puedan influir en las internas de otro. Un bicho electoral tan amañado que hace que los partidos se abroquelen en su interior y presenten solamente listas únicas. Si se quiere ser elegante, se las puede llamar una encuesta cara, sino se les puede decir payasada, vale lo mismo.

Ahora es Alberto Fernández el que no quiere pasar por esa instancia que inventó Cristina ya que malos números en las PASO son un pasaporte a la derrota. Pero además adelantan tiempos cuando lo que más necesita el Presidente es patear la pelota hacia adelante. El gobierno argentino, por estas horas, agita especulaciones de todo tipo respecto de las elecciones legislativas este año. La pésima gestión de la economía no augura una recuperación ni a corto ni a mediano plazo. La necesidad de un acuerdo con el FMI implicará medidas impopulares y las demoras en el plan de vacunación tampoco permiten vislumbrar un horizonte de recuperación de la actividad. La tormenta perfecta se desataría en plena campaña de las PASO y a Alberto Fernandez se le oscurece el panorama electoral. 

Cuestión que el oficialismo ha planteado 3 opciones: La primera y que más simpatiza a los gobernadores es suspender las PASO “por este año”, usando la excusa de la pandemia que sirve para casi cualquier cosa. Con esta opción se iría directamente a los comicios en octubre. Si el peronismo se mantiene unido, con esta opción se perjudicaría a la oposición que tiene fugas por derecha y esas fugas no deberían pasar por el colador de una primaria.

La segunda opción sería correr todo un poquito, ganar tiempo, ver si la economía rebota. Las PASO se harían en septiembre y las generales en noviembre. Esta idea pone una enorme fe en el plan de vacunación del Ministerio de Salud y en sus resultados. El problema es que la gestión de este Ministerio ha sido tan desastrosa que nada hace suponer que pueda cumplir con los plazos establecidos. En fin, que un mes más o un mes menos acá son casi una broma.

La tercera opción es la más delirante, conflictiva e improbable: consiste en unificar todo. Una variante loquísima que sería que todas las opciones internas se voten juntas hacia fines de noviembre. Esta idea representa una virtual “Ley de Lemas”, forma electoral no permitida legalmente y que consiste que los votantes tienen múltiples candidatos pero los votos se cuentan por partido, no por candidato. Una hecatombe.

Ojo, este formato, por ruin que parezca, se aplica desde hace décadas en el bastión kirchnerista por excelencia: la provincia de Santa Cruz. Así, el kirchnerismo presenta múltiples candidatos para todos los gustos, pero al final los votos van todos para el mismo partido, con el candidato kirchnerista real quedando como ganador. Fue esta la forma que consagró a Nestor como caudillo de esa provincia en los albores de su carrera.

Alberto Fernández y los gobernadores peronistas se inclinan por la primera opción, suspender las PASO para reducir el presupuesto de campaña e imprimir menos boletas. El alfil peronista Sergio Massa, al frente del bloque kirchnerista de diputados declaró recientemente «Entre gastar en boletas o vacunas, en este contexto prefiero gastar en vacunas», y agregó: «Sé que a algunos no les gusta hablar de costo o gasto en materia democrática pero si simplificamos el proceso electoral vamos a liberar recursos, vamos a liberar más de 20 millones de vacunas». El sentimiento de austeridad es selectivo en Massa.

Cuando la actual vicepresidente Cristina Kirchner, presentó el proyecto de ley 26.571 cuyo pomposo título era Ley de Democratización de la Representación Política, la Transparencia y la Equidad Electoral, quiso evitar que la presencia de una lista peronista, terminara favoreciendo al antikirchnerismo. Las vueltas de la vida quisieron que el kirchnerismo, creador de las PASO, no fuera a internas en las presidenciales del 2011 ni en 2015 ni en 2019. Es real que las PASO son un instrumento caro e inútil, pero también es cierto que cualquier modificación que proponga el oficialismo sería cambiar las reglas del juego en pleno año electoral y según su conveniencia.

Con esta certeza sobre la mesa, este lunes se reunió la mesa nacional de Juntos por el Cambio incluído el mismísimo Mauricio Macri, que está en Qatar, con el fin de defender la realización de las PASO y rechazar el proyecto de suspensión así como cualquiera de las otras dos opciones. Pero al parecer no todos los dirigentes de la oposición tienen una posición tan dura, la interna macrista también acá se pone en juego. Si bien la oposición tiene poder de veto, el cambio requiere un acuerdo entre el Frente de Todos y, por lo menos, una parte de Juntos por el Cambio, así que no está dicha la última palabra. El ejecutivo nacional debe llegar a un acuerdo con la Ciudad de Buenos Aires y la Provincia de Buenos Aires, dos distritos que reúnen casi la mitad del padrón total del país. 

En las últimas horas y viendo como se daban las cartas, el presidente Alberto Fernández ató la idea de la suspensión de las primarias, a la existencia de este acuerdo y sumó presión para forzar a la oposición a consensuar un cambio en el calendario electoral. Aprovechando esta circunstancia, otro grupo de diputados de Juntos por el Cambio acaba de proponer una nueva alternativa: usar “excepcionalmente” el sistema de boleta única de papel que se utiliza en las provincias de Córdoba y Santa Fe. 

La implementación de este sistema es un reclamo de muchos sectores políticos y de diversas entidades especializadas como Poder Ciudadano, Transparencia Electoral, la Red Ser Fiscal y ACDE, que sostienen que es el método más económico y transparente ya que sacaría del juego el desmanejo del reparto y la impresión de boletas. Además en el contexto de la pandemia, evitaría el despliegue logístico de los partidos políticos alrededor del reparto de dichas boletas, simplificaría la fiscalización de votos y transparentaría los comicios, reduciendo personal, tiempo de votación y espacio de los cuartos oscuros.

El proyecto de este grupo de diputados establece que la Cámara Nacional Electoral «aprobará el diseño uniforme en tamaño y características de la boleta de papel y el diseño con la nómina completa de candidatos» y agrega  «está comprobado que la boleta única reduce el gasto destinado a las elecciones por la menor cantidad de impresiones necesarias en línea con la idea de gastar lo mínimo posible en pandemia».

Con o sin PASO en los comicios de este año Alberto Fernández se someterá a la primera evaluación de su gestión en un año marcado por la demorada y controversial campaña de vacunación y una economía destrozada, con índices de pobreza crecientes, donde se evaluarán los efectos de la cuarentena más larga del mundo. Todos estos factores encienden la puja de las coaliciones del gobierno y la oposición por consolidar su fuerza política dentro del Congreso de la Nación. Para Cristina Kirchner perder no es una opción, tiene muchos años ejerciendo el poder, y para esos fines inventó el instrumento de las PASO. La paradoja sería que sea ella, también, la encargada de extinguirlas.

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