Cada vez que un líder socialista habla de represión y de fosas queda más claro que se refiere a las de un solo bando y que pretende ocultar los crímenes de los suyos
El líder socialista, Pedro Sánchez, vuelve a las leyes ideológicas más rancias de la izquierda. Como hiciera su antecesor José Luis Rodríguez Zapatero, en lugar de proponer medidas políticas para mejorar la situación actual de los españoles, vuelve a reabrir viejas heridas que quedaron zanjadas hace más de cuarenta años.
Es una constante. Cuando la izquierda no encuentra mensajes políticos que encaminen a España hacia un futuro más próspero vuelven a sacar a relucir a Franco y el franquismo para intentar recuperar el voto de los más radicales y de algún que otro nostálgico de esos que siguen trinando por una guerra que perdieron hace ya casi ochenta años.
Sánchez debe tener mucho tiempo libre a pesar de la situación por la que se atraviesa en Cataluña, la tasa de paro en España, el problema para el pago de las pensiones, las listas de espera en Sanidad, la falta de recursos para dependencia,… y vuelve a sacar la Memoria Histórica. No tiene suficiente con pedir que se dicte como verdad histórica su interpretación de la realidad. Es decir, imponer la censura a quienes no piensen como ellos.
Ahora pretende ahondar en la sectaria Ley de Memoria Histórica con nuevas medidas y una dotación económica importante para aplicarla. Entre las medidas que propondrá para la reforma de la polémica ley se encuentran las que ha enunciado desde Paterna.
En primer lugar, propone la creación de una Comisión de la Verdad. Es decir, que un grupo de especialistas, que ya se encargará la izquierda de que sean furibundos antifranquistas, va a dictar la única verdad histórica. Se marginarán así las investigaciones que no concuerden con sus conclusiones y se negará el derecho intelectual a la disidencia. No es nada nuevo: en Madrid la alcaldesa, Manuela Carmena, ya creó el Comisionado de la Memoria que preside su amiga Francisca Sauquillo y que solamente ha generado polémicas. Muchas de sus decisiones sobre la eliminación de nombres de calles han sido revocados por los tribunales.
También pretende la creación de un banco público de ADN para la identificación de las víctimas que no han sido reconocidas hasta el momento. ¿Conoce el líder socialista la legislación sobre protección de datos de carácter personal en materia sanitaria? Esta legislación haría inviable esta medida al no poder mantenerse la custodia de la protección de los datos y ser ilegal, según la norma, el permiso general de consulta de datos. Esto quiere decir que cada vez que se encuentre una fosa, todos y cada uno de los donantes de ADN deberían autorizar el uso de sus datos para poder tenerse acceso a la base que los contiene para cotejarlos.
Pero no se queda aquí el líder socialista. Propone un censo nacional de víctimas. Un recuento imposible que acabará siendo como el registro de fosas que realizó el Gobierno socialista. En ese conteo de fosas se encuentran cientos de enterramientos realizados en los frentes en los que solamente hay víctimas de los enfrentamientos militares de la Guerra Civil. También contiene numerosos casos de fosas que, tras ser abiertas, resultaron ser de víctimas de la represión de los partidos de izquierdas, entre ellos el PSOE. Por supuesto, esas fosas volvieron a ser cerradas puesto que el reconocimiento de las víctimas que piden es solamente para las de un lado.
En ese supuesto censo, ¿a quiénes considerarán víctimas? A los muertos en las trincheras, a los que fueron fusilados tras aplicárseles la legislación vigente en ese momento, a quienes fueron condenados a muerte y luego conmutadas sus condenas y siguen figurando como reprimidos,…
Entre las propuestas está también la de permitir el acceso a los archivos estatales que se siguen ocultando. Pero no explica qué archivos son esos. Todos los archivos de titularidad pública son accesibles a los investigadores. Sin excepción. La única parte de los archivos que no se puede consultar es la de los miles de documentos que, precisamente en aplicación fraudulenta de la Ley de Memoria Histórica, fueron expoliados del Archivo de Salamanca y enviados a Cataluña, donde todavía no están accesibles a los investigadores. Un traslado que, por cierto, fue apoyado por el Partido Socialista.
Y entre esas medidas que propone Sánchez está la de proceder a la retirada efectiva de toda la simbología franquista. Bajo esta premisa se viene atentando desde hace diez años contra gran parte del patrimonio cultural e histórico español. Se ha usado para barrer de las calles a la mitad de los representantes de la historia de la Guerra Civil mientras que proliferaban recuerdos a la otra mitad. Pero también se ha empleado para eliminar símbolos religiosos, escudos de los Reyes Católicos, Recuerdos a asesinatos cometidos por los partidos del Frente Popular o menciones positivas a logros del régimen franquista como hospitales, pantanos o carreteras.
Los crímenes de los que se olvida el socialismo
Todo esto viene justificado por Pedro Sánchez en una frase que, por mucho que la repita, carece de cualquier coherencia si observamos su manera de pensar y actuar: “un país que honra a sus víctimas es un país mejor”. Hipócrita en boca de quien está pidiendo que solamente se honre a la mitad de las víctimas de un conflicto que tuvo dos bandos con dos retaguardias en las que se cometieron injusticias.
Ni una sola palabra para las víctimas de Paracuellos, la Fosa de Camuñas, el cementerio de Aravaca, el túnel de la muerte, los trenes de Jaén, la masacre de Bilbao, los crímenes contra sacerdotes y religiosas, las checas de Madrid, Barcelona, Valencia,…
Se olvida de los asesinatos cometidos por “su bando”, gran parte de los cuales recaen en militantes socialistas. Empezando por el de Calvo Sotelo, el líder de la derecha conservadora durante la Segunda República. Un crimen que precipitó el comienzo de la guerra y que fue cometido por guardaespaldas del líder socialista Indalecio Prieto.
También se olvida de esas checas de partido que eran administradas por el PSOE, o de que las juventudes socialistas y los milicianos de su partidos comenzaron una revolución en Asturias, en 1934, en la que cometieron crímenes brutales contra empresarios, sacerdotes y católicos.
También se olvidan de que su partido es responsable de los incendios del patrimonio artístico, y esto no solamente durante la Guerra Civil, también durante los primeros meses de la Segunda República, en mayo de 1931.
Y por supuesto, se olvida de los mensajes de sus principales líderes, Indalecio Prieto y Largo Caballero, alentando contra el crimen y el asesinato de todos aquellos que no pensaban como ellos. Dos ilustres criminales socialistas que, no solamente no son ejemplos de la autocrítica del actual PSOE, sino que lucen sendas estatuas junto a los Nuevos Ministerios de Madrid.
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