Política exterior y libre comercio en la Administración Trump
OpiniónAlgunas cuestiones son tratadas en los medios de comunicación de manera monolítica, y sin posible réplica. Un caso bien claro es la figura de Donald Trump. Con todo lo críticos que hemos sido en esta columna, no queda más remedio que señalar algunos aciertos que no son del agrado de los liberales y tampoco de la izquierda.
Por ejemplo, cuesta trabajo escuchar a algunos periodistas españoles hablar sobre la cumbre de la OTAN, incluso a algunos de renombre. En la SER el asunto es especialmente patético porque intentan cuadrar todo, aunque sea con calzador, en sus estúpidos y vacíos esquemas guerracivilistas: hay un “facha” llamado Trump, de modales airados y belicista, que no sabe comportarse y que quiere imponer el imperialismo americano, etc, etc. Nada interesante y, lo que es peor, nada inteligente. Sus colegas de la derecha en la COPE, por ejemplo, no hacen un discurso esencialmente muy distinto. Entonces, ¿qué ha pasado en la cumbre de la OTAN?
Básicamente, a Trump se le critica su faceta políticamente incorrecta pero no cuando hace las cosas que el “establishment” quiere. Por ejemplo, se le critica su política migratoria pero no se dice nada cuando sigue al dedillo los dictados del lobby israelí en Washington y financia una guerra en Siria.
Donald Trump tiene toda la razón cuando se queja de que los EEUU no pueden seguir costeando la defensa de todos. Pónganse en su lugar: países como Alemania o Canadá tienen unas fuerzas armadas ridículas. ¿Por qué los EEUU deberían de pagar una defensa que los propios interesados no están dispuestos a sobrellevar? En países como España, donde varias décadas de propaganda de la izquierda nos ha hecho creer que no es interesante defenderse, es posible que un presidente como Pedro Sánchez se limite a decir la bobada de que siente “empatía” con los requerimientos de Trump. Hasta aquí, guste o no, Donald Trump tiene razón.
Ahora viene la otra parte, esa de que nadie habla en los periódicos.
Es necesaria la defensa pero ¿defensa contra quién? Porque este asunto cabría explicarlo un poco. La OTAN nació para defenderse del imperialismo comunista que, cuando nació la OTAN, era un enemigo formidable. Pero la cosa es ahora bien diferente. Rusia no es la URSS y está en serios problemas económicos. Ha sido desbancada en el “ranking” del gasto militar y su presupuesto de defensa es ya el cuarto del mundo por detrás del de EEUU, China y Arabia Saudí. Además, Rusia debe defender un territorio vastísimo, teniendo como vecinos a China, India, Corea del Norte, la OTAN (que se ha metido en su patio trasero de manera totalmente injustificada) y Oriente Medio. EEUU, en cambio, tiene a Méjico y Canadá.
En realidad el gasto abultadísimo de los EEUU viene por empeñarse en ser la policía del planeta y no una república más o menos exitosa. Realmente, no necesita ese gasto para sobrevivir como sí que posiblemente lo necesite Rusia. Por eso el incremento del gasto en defensa de Trump de este año (54.000 millones de dólares) es casi el presupuesto de defensa ruso para 2018. La cosa no tiene color.
Pese a ello en España –véase ABC, La Razón, El País y los principales capitostes de la prensa española- y en resto del mundo occidental se insiste en repetir consignas rusofóbicas tomadas de FOX TV, que carecen de la más mínima base. En esto es en lo que EEUU no tiene razón y puede que finalmente Trump se haya dado cuenta tras la entrevista con Vladimir Putin. Rusia es solo enemigo de Occidente en la
mente de los delirantes neoconservadores y en los gurús de la izquierda, por motivos más parecidos de lo que uno podría pensar. Pero nuestra prensa no va a advertirnos sobre ello.
Otro asunto cuando menos curioso es la enorme irracionalidad con la que se ha presentado la decidida política de aranceles del presidente Trump. Todos los medios se han apresurado a sacar a su economista de turno para leer la cartilla y que el mundo piense que el proteccionismo es tan negativo que toda medida proteccionista debe ser forzosamente irracional. Para demostrarlo se han apresurado a publicar los lamentos de China y de la Unión Europea ante la OMC. La consigna es “hay una guerra comercial por culpa de Trump”. A la gente eso de “guerra” le suena mal y lógicamente alguien que la provoca no puede ser bueno. Nadie ha contado, por supuesto, el lado oscuro del asunto. Lo cierto es que desde las reformas de finales de los 70 Pekín está librando una guerra comercial contra Occidente que además está ganando. Hu Jintao y Xi Jinping fueron los grandes líderes del asunto, que se libra no solo con mano de obra esclava, en condiciones que nadie aceptaría en nuestros países. Por ejemplo, Xi, durante los cinco primeros años como secretario general del Partido Comunista, ha desarrollado una política brutal de subsidios, fusiones y monopolios que nadie en Occidente aceptaría. Pero además, Pekín está literalmente entregado a una política de robo de la propiedad intelectual con medios que no hacen ascos a casi nada. De acuerdo con el informe de 2017 de la Comisión para el Robo de la Propiedad Intelectual Americana (Commission on the Theft of American Intellectual Property) cada año aumentan las pérdidas por robo de la propiedad intelectual en 225.000 millones de dólares –y posiblemente hasta los 600.000- a causa de “mercancías falsificadas, software pirateado y venta de secretos industriales” y eso sin incluir las pérdidas por violación de patentes. La mayoría de estos delitos es de responsabilidad china o en beneficio de Pekín. Además de esto, otras estrategias como la compra de empresas con gran capacidad intelectual o la financiación de “start-ups” en Sillicon Valley, suponen una amenaza existencial para la economía estadounidense, fuertemente basada en su enorme capacidad de innovación.
Pese a ello, los aranceles de Trump, impuestos en base a leyes de los 60 y 70, son presentados como actos de irracionalidad, algo que resulta tan falso y carente de fundamento que lleva a cuestionarse qué motivos oscuros tienen nuestros medios de comunicación para apoyar estrategias intolerables y con frecuencia delictivas. En cambio se nos dice que hay que “abrir los mercados” e “internacionalizar empresas”. Todo este argot, tan caro a los liberales, es en el fondo una tapadera de algo más oscuro. A partir de aquí, cada uno debería de interrogarse qué es lo que oculta tanta irracionalidad.